Diario El Heraldo

Votando a ciegas

- Miguel A. Cálix Martínez @Miguelcali­x

Desde antes del banderilla­zo para las elecciones primarias de marzo de 2021, el olor a campaña política en el ambiente ya era inconfundi­ble. Todas las pantallas -portátiles o no- la radio y medios de comunicaci­ón escrita, han venido mostrando en sus contenidos los rostros de los principale­s aspirantes en cada uno de los partidos o facciones en que participan. Al menos en el nivel presidenci­al, la mayoría de ellos son ya activos participan­tes en la vida nacional, con más de una elección primaria y general a cuestas. Muy pocos son debutantes y si lo son, también tienen algún recorrido en sus propios espacios de interacció­n ciudadana.

Las novísimas iniciativa­s de mercadeo político se las ingenian ya para llenar calles, éter y espacios virtuales con varias caras conocidas, mezcladas con caras nuevas, la mayoría de ellas desconocid­as. ¿Quiénes son? ¿Por qué se postulan? ¿En qué creen? En pocas semanas, aún con esta plaga encima, las fotos en postes y vidrios traseros de carros nos sonreirán, las emisoras y las distintas pantallas nos marearán escupiendo tonaditas, acompañada­s de numeritos, sobrenombr­es, mensajes clave y frasecitas para llamar nuestra atención.

¿Qué quieren? ¿Cómo pagan (y pagarán) sus cuentas? ¿A quién representa­rán realmente desde el Congreso Nacional y corporacio­nes municipale­s? ¿Serán presidente­s para su propio beneficio, el del país o el de grupos de interés? Con excepción de algunos que se postulan desde las posiciones que ya ocupan, no sabemos casi nada del resto de aspirantes. Hay quienes han “destacado” por su mutismo, pero igual confían en resultar favorecido­s por el voto “en manada” (o “cascada”, como dicen los creyentes), efecto directo de la lealtad partidaria y confianza ciega en el cacique (viejo, nuevo o “renovado”) y sus huestes, más que de la publicidad contratada.

Cualquiera sea la motivación de los electores, tanto estos como los y las aspirantes, habrán de superar un sistema en el que la representa­ción popular está vaciada, por la pérdida de una esencial conexión directa y comunicaci­ón entre la población y sus representa­ntes. Ni el votante sabe muchas veces por quién está votando, ni el elegido(a) sabe quiénes votaron por él y a quién debería rendir cuentas. Muy distinto al ámbito municipal (“donde todo mundo se conoce”), en el que la precisión de la unidad territoria­l y poblaciona­l han facilitado la atención de las demandas ciudadanas, la auditoría del desempeño de autoridade­s y una selección más consciente.

Los actuales distritos electorale­s departamen­tales para elegir diputados(as) lucen inapropiad­os para lograr la cercanía entre electores y representa­ntes que se necesita. La participac­ión de nuevos partidos en las elecciones generales solo hará más difícil esa diferencia­ción, selección y vinculació­n.

Así como están las cosas, será como votar a ciegas

Las novísimas iniciativa­s de mercadeo político se las ingenian ya para llenar calles, éter y espacios virtuales con varias caras conocidas, mezcladas con caras nuevas, la mayoría de ellas desconocid­as”.

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