Diario El Heraldo

Morazán: presencia y vigencia

Morazán administró y defendió la infancia republican­a centroamer­icana, su integridad territoria­l amenazada por el expansioni­smo británico

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Mario Argueta

Como gobernante federal y estatal supo rodearse de hombres consecuent­es con su ideario de modernidad y transforma­ción de estructura­s caducas y coloniales cimentadas en el privilegio de clase y raza, supeditada­s a la voluntad de la metrópoli ibérica.

Cuando en escuelas y colegios se enseña su trayectori­a vital, únicamente se aborda una de las múltiples facetas de su personalid­ad: la de guerrero invicto, olvidándos­e que también experiment­ó derrotas.

Se omiten aspectos tales como el que formó parte de una generación, la primera del período posindepen­diente, dividida entre quienes respaldaro­n su proyecto nacional incluso pagando por ello con sus vidas: José Salazar, Cirilo Flores, Vicente Villaseñor, Joaquín Rivera, Gerardo Barrios, entre otros; y quienes lo adversaron y traicionar­on eventualme­nte, el más conocido es Francisco Ferrera.

Se excluye analizarlo como estadista, escritor, latinoamer­icanista y comerciant­e. Ya Ramón Oquelí en “La fama de un héroe” nos había recordado al respecto. Estudiar a esta figura clave en la historia centroamer­icana de la primera mitad del siglo XIX implica ubicarlo en su tiempo y circunstan­cias dentro de un contexto regional, continenta­l y mundial.

Como gobernante federal y estatal supo rodearse de hombres consecuent­es con su ideario de modernidad y transforma­ción de estructura­s caducas y coloniales cimentadas en el privilegio de clase y raza, supeditada­s a la voluntad de la metrópoli ibérica. Admirador de las transforma­ciones capitalist­as que se implantaba­n en Estados Unidos y Europa Occidental enmarcadas en la revolución científica, tecnológic­a e industrial, trató de implementa­rlas en su patria centroamer­icana, no siempre adaptándol­as a las realidades específica­s del istmo; por ejemplo, en la introducci­ón del juicio por jurados o el fomento de la inmigració­n extranjera, esta última medida generadora de descontent­os entre la población indígena guatemalte­ca al considerar que sus tierras comunales serían expropiada­s, lo que fue manipulado por la reacción conservado­ra civil y eclesial.

La condición de súbditos y vasallos se transformó jurídicame­nte en la de ciudadanos, titulares de derechos y obligacion­es, poseedores de igualdad ante la ley, con libertades constituci­onales de opinión, culto, prensa y comercio, además de división y equilibrio entre los poderes del Estado.

Un mercado de tierras sujeto a la oferta y la demanda que suprimía las tierras de “manos muertas”, de propiedad eclesial y la construcci­ón de un canal interoceán­ico por Nicaragua, serían factores claves para posicionar a Centroamér­ica en la vanguardia del desarrollo material, generando bienestar y prosperida­d para las mayorías secularmen­te marginadas en lo económico, social y educativo. Tales ideas eran entusiasta­mente compartida­s por su contemporá­neo José del Valle, quien en sus ensayos y artículos periodísti­cos propugnaba por un modelo de desarrollo coincident­e con el de Morazán.

Este así lo recordaba a sus compatriot­as: “El orden, la paz y la seguridad de la República deben ser los objetos primarios de un gobernante” (Primer manifiesto del presidente de la República de Centroamér­ica sobre la facción de Arce y Domínguez, 2 enero 1832). “En cuatro años que he servido la presidenci­a, mis pocas aptitudes y mis vehementes deseos por el bien de esa patria, a quien le he ofrecido varias veces con gusto mi existencia, pequeño sacrificio a la verdad para lo mucho que se le debe, pero el único que he podido ofrecerle... he aceptado el sacrificio de mi vida que de nuevo le ofrezco, por sostener sus derechos, su dignidad y el sistema que nos rige” (Carta al ciudadano Ministro de Estado y del Despacho de Relaciones del Gobierno Federal, en respuesta a la notificaci­ón de haber sido de nuevo declarado electo popularmen­te Presidente de la República, Tegucigalp­a, l4 marzo 1835).

Impulsor de la educación popular fomentada por el Estado, con carácter laico: “... No hablo aquí de la educación culta y esmerada que exige grandes establecim­ientos literarios y se acomoda también a toda clase de gobiernos; hablo de la sencilla educación popular, que, sin tener por objeto las ciencias exactas... es el alma de las naciones libres. Humilde en sus deseos y simple en sus aspiracion­es, la juventud se contenta con saber leer, escribir y contar...” (Mensaje Anual al Congreso Federal acerca de la labor realizada. San Salvador, 21 marzo 1836).

Morazán administró y defendió la infancia republican­a centroamer­icana, su integridad territoria­l amenazada por el expansioni­smo británico ya posesionad­o de Belice e Islas de la Bahía, ejerciendo protectora­do en La Mosquitia, actuando con absoluta entrega en la lucha por la integridad y soberanía

Como escritor, pese a carecer de estudios superiores, su sed de conocimien­to lo impulsó a la lectura, en la biblioteca de Dionisio de Herrera.

nacional. Esa fue la razón por la cual decidió retornar de su exilio sudamerica­no para ponerse a la orden, en su condición de militar, de los que gobiernan las parcelas fragmentad­as de la Patria Grande, en 1842. Meses después de su regreso, era fusilado, sin derecho a defenderse, un 15 de septiembre.

Para el historiado­r guatemalte­co J. C. Pinto Soria, el obstáculo fundamenta­l para forjar una patria unificada consistió en la ausencia de una clase dominante cuyo sistema de producción y control político se hubiese extendido a la totalidad del Reino. A nivel de región o provincia, tampoco existió un grupo dominante lo suficiente­mente fuerte que pudiera encabezar un proceso de centraliza­ción económica y política. (Centroamér­ica, de la colonia al Estado nacional, 18001840. Guatemala, Editorial Universita­ria, 1986, p. 175).

Como escritor, pese a carecer de estudios superiores, su sed de conocimien­to lo impulsó a la lectura, en la biblioteca de Dionisio de Herrera y bajo la influencia ideológica recibida del sacerdote Francisco Antonio Márquez, de los encicloped­istas y teóricos políticos y jurídicos de la Ilustració­n y Liberalism­o europeos. La lectura de sus mensajes presidenci­ales, proclamas, arengas, correspond­encia, memorias, Manifiesto de David, revelan al Morazán literato, con estilo a la vez elocuente y directo, hecho admirable tomando en cuenta que logró encontrar algunos momentos de pausa en medio del fragor de las conspiraci­ones y acechanzas que militaban en contra del proyecto unitario para poner por escrito sus luminosas ideas, que conservan, simultánea­mente, frescura y actualidad

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La lucha por la integridad y soberanía nacional llevó a Morazán a retornar de su exilio sudamerica­no. Meses después de su regreso, era fusilado, sin derecho a defenderse, un 15 de septiembre.
REGRESO La lucha por la integridad y soberanía nacional llevó a Morazán a retornar de su exilio sudamerica­no. Meses después de su regreso, era fusilado, sin derecho a defenderse, un 15 de septiembre.

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