Diario El Heraldo

Modernidad y posmoderni­dad: las claves de un debate

El buen arte, ese que no cree ni en el cielo ni en el infierno, sino en sus propias posibilida­des, está más allá de ser moderno o posmoderno

- Carlos Lanza

Uno de los debates trascenden­tales en el terreno de la cultura es el iniciado en los años sesenta del siglo XX y la primera década del siglo XXI, me refiero a la textualida­d que se generó en torno a lo moderno y lo posmoderno; la discusión aún continúa pero ha perdido la fuerza que tuvo en ese período de tiempo; quizá este “adelgazami­ento” en el debate esté ligado a esta idea de “saturación” posmoderna que, a base de constantes reiteracio­nes, termina por disolver los nuevos saberes en una suerte de pastiche conceptual, todo se volatiza.

El término posmoderni­dad es utilizado para referirse a ciertas produccion­es culturales contemporá­neas, pero la polémica se ha centrado en determinar si realmente estamos asistiendo a un nuevo cambio epocal o, por el contrario, estamos ante una continuida­d de la modernidad por otras vías.

La llamada Edad Moderna tuvo sus inicios en el renacimien­to y se extendió –como dijimos- hasta las primeras seis décadas del siglo XX; ese período de tiempo tuvo momentos álgidos como la revolución industrial en Inglaterra, la revolución burguesa en la Francia de 1789, el primer intento de revolución socialista con la toma de la Bastilla en 1848 y los períodos de las dos guerras mundiales.

Hay quienes al evaluar el impacto cultural que tuvo la revolución francesa en toda la humanidad, ubican allí el inicio de la modernidad (contemporá­nea).

Los teóricos posmoderno­s (Lyotard, Derrida, Foucault, entre otros) encuentran que los discursos y prácticas sociales que justificar­on la cultura de esa época han perdido vigencia, que los grandes relatos centrados en la ciencia, la moral y la estética moderna ya no pueden explicar el mundo; en cambio, Adorno, Wellmer y, sobre todo, Habermas, sostienen que la modernidad es un proyecto incompleto que todavía pervive en la cultura contemporá­nea.

Dos lógicas culturales opuestas

Moderna es la conciencia de una época que a base de sus propias rupturas puede reconocer que ha superado el pasado; moderna es una época que concibió la historia como desarrollo progresivo, lineal y que organizó su actividad social de cara al futuro; moderna es la visión que apostaba por la idea de progreso, depositand­o toda su confianza en la razón como paradigma universal del gran entendimie­nto humano; moderna es una era que concibió la cultura sobre las tres grandes esferas que estableció el filósofo moderno Immanuel Kant: la cognosciti­va (ciencia o conocimien­to), la moral y la estética. Estas tres esferas se justificab­an en la búsqueda de la verdad, el deber y la belleza, su método era la razón, su ideología el progreso.

Posmoderna es una época

Moderna es la conciencia de una época que a base de sus propias rupturas puede reconocer que ha superado el pasado.

Posmoderna es esta sociedad que ya no busca la objetivida­d... sino regodearse en el placer del espectácul­o yenel engaño del simulacro.

que desconfía de la razón, que ya no cree en el progreso; posmoderna es la cultura que no admite discursos abarcadore­s y que aboga por los consensos locales en oposición a los viejos paradigmas universale­s; posmoderna es una ciencia sometida a los intereses del sistema, justifican­do ese mezquino proceder en la búsqueda del conocimien­to eficaz; es la moral sin mea culpa, sustentada en el cinismo; posmoderna es una estética que desplaza la sensibilid­ad por la ironía socarrona; es esta época que disolvió al sujeto trascenden­te de Kant en la fugacidad de los ordenadore­s digitales; posmoderna es esta época que ya no cree en el discurso de la libertad porque la emancipaci­ón concebida por la ilustració­n y después por el marxismo, perdieron vigencia, primero en la guillotina francesa y luego, en los procesos de Moscú; en fin, posmoderna es esta sociedad que ya no busca la objetivida­d, mucho menos construir una nueva subjetivid­ad, sino regodearse en el placer del espectácul­o y en el engaño del simulacro.

La doctora en filosofía Esther Díaz (“Posmoderni­dad”, 1999) sostiene que la modernidad es “rica es ismos: iluminismo, modernismo, empirismo, racionalis­mo, positivism­o; la posmoderni­dad es rica en pos: posestruct­uralismo, posindustr­ial, poscrítica, poshistori­a, posciencia, posfilosof­ía, postsexual­idad”.

Si reconocemo­s que el discurso de la modernidad entró en crisis y solo brilla en los estertores de un fuego que se apaga, entonces tenemos derecho a preguntarn­os si la llamada posmoderni­dad es realmente una respuesta al derrumbe de las concepcion­es modernas. Digo lo anterior porque estamos abiertos a aceptar que ha surgido un nuevo mundo bajo el capitalism­o multinacio­nal, cibernétic­o y altamente mediático, el problema es que los teóricos posmoderno­s ofrecen salidas sobre presupuest­os que el marxismo, la corriente más avanzada del pensamient­o moderno, hace más de un siglo superó con absoluta solvencia. Aunque se juzgue paradójico, resulta que la falta de consistenc­ia del argumento posmoderno nos hace pensar que solo el marxismo es capaz de explicar con rigurosida­d teórica la crisis de la modernidad y los mismos entuertos de este nuevo mundo llamado posmoderno.

Un nuevo giro en lo artístico

De acuerdo con Irina Vaskes Santchez, “para Fredric Jameson, el modernismo fue una reacción crítica a la cultura burguesa del capitalism­o monopolist­a, funcionó como una contrapart­ida subversiva y opositora al seno de esa sociedad.

En cambio, el posmoderni­smo, inscrito en la lógica cultural del capitalism­o tardío, esencialme­nte consumista, ha significad­o una disminució­n de la sustancia combativa y revolucion­aria que caracteriz­ó a las vanguardia­s modernista­s

del siglo XX. La cultura y el arte posmoderni­sta son de acompañami­ento al orden económico, de integració­n comercial y no de antagonism­o. El arte de las vanguardia­s era opositor al espíritu burgués, este patrón le hace falta a la posmoderni­dad mercantili­sta, apolítica, complacien­te y hedonista”. Esta visión ha dibujado las caracterís­ticas propias del arte posmoderno.

Bajo la posmoderni­dad el arte se torna en bricolaje, en pastiche; se trata de un arte que agrega nuevos valores respecto a la axiología estética moderna o sencillame­nte los subvierte. Lo “nuevo”, la “novedad”, ya no seducen como antes o, por lo menos, se intenta imprimir una nueva lógica: buscar lo nuevo en el pasado, reciclándo­lo, recuperánd­olo en un juego de ironías o con parodias desconcert­antes. Ya no se ve al pasado para ordenar nuestra idea de futuro, sino para no morir en el silencio de una época que se quedó sin respuestas en el presente. La ironía moderna, indomable y corrosiva, fundadora de tantas rupturas, ha terminado en la mueca posmoderna. No hay duda que existe un arte posmoderno pero cuando este se torna vital y crítico, ¿acaso no está reviviendo lo mejor de su herencia moderna?

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“Antonio CAEAS 4”, 2003. El artista problemati­za su propia identidad dentro de una cultura cocacolera y posmoderna que ha saturado nuestra existencia con un ícono idiotizant­e.
 ??  ?? “Zapato DE CAOPESINA”, VAN GOGH, 1886. Esta obra se inscribe dentro de la crítica social moderna, expresa soledad, cansancio y explotació­n de las mujeres en el campo.
“Zapato DE CAOPESINA”, VAN GOGH, 1886. Esta obra se inscribe dentro de la crítica social moderna, expresa soledad, cansancio y explotació­n de las mujeres en el campo.
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JANI Leinonen, 2019. La tensión entre un símbolo sagrado y la crítica a la sociedad de consumo: ¿la posmoderni­dad tomando distancia de uno de sus ejes culturales?
“OCJESUS”, JANI Leinonen, 2019. La tensión entre un símbolo sagrado y la crítica a la sociedad de consumo: ¿la posmoderni­dad tomando distancia de uno de sus ejes culturales?
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Estos zapatos son técnica o ilustració­n visual, nada dicen, son zapatos sin historia, cartel posmoderno.
“Zapatos DE polvo DE DIAOANTE”, Andy WARHOL, 1980. Estos zapatos son técnica o ilustració­n visual, nada dicen, son zapatos sin historia, cartel posmoderno.

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