Mis influencers
Hace unos días leía en las redes sociales una encuesta preguntando a quiénes considerábamos influencers. La consulta me dejó pensando, ¿quiénes son mis influencers? Me encontré con un problema, esa palabra no existe en el diccionario de la Real Academia Española, pero el término se usa muy frecuentemente para identificar a personas que se han vuelto famosas en internet y que tienen muchísimos seguidores que están pendientes de sus publicaciones. Estos personajes influyen en el consumo de cierta información y desde luego en la publicidad de ciertos productos o ideas que se imponen a través de las redes sociales. Pero como la pregunta estaba ahí y me impresionó un tanto, me dispuse a pensar en quiénes son mis influencers. Empecé a revisar: quién soy, qué hago, qué pienso, de qué maneras sirvo y concluí, sin ninguna duda, que mis dos grandes influencers son mi profesora de kínder y mi profesor de primer grado, que coinciden con ser mis padres: Adalid y Argelia. Ellos me enseñaron a caminar con mis pies y por la vida, ellos me forjaron para luchar por mis sueños, me inculcaron el hermoso valor de servir a los demás, y con pura ternura me orientaron a ponerle un toque de amor a todos los actos de mi vida. Seguí pensando y recordé a muchos de mis maestros, esos que me dieron clases y los que nunca estuvieron conmigo en un aula directamente como profesores, pero que con su ejemplo sembraron en mí la semilla de la bondad, del respeto, de la solidaridad, del interés por el conocimiento; pasaron por mi mente los maestros Alfonso Discua, Rolando Ramos, Leticia Cruz; algunos de mis profesores de colegio: profesor Reynaldo Morales que me enseñó la pasión por la lectura, que nos indujo a escribir con un poco de disciplina y de quien aprendimos que tenemos un compromiso para construir el buen vivir en la sociedad. Recordé al profesor Rigoberto Castro y la humildad que siempre lo acompaña, la gentileza de la profe Profilia Cerrato, la confianza que sentíamos con Raimundo Castro. Seguí pensando en mis influencers y me encontraba siempre con mis profesores: Genaro Cerna, Gustavo Berlioz, Rafael Flores, Mauro Yánez, Ada Serrano, Sonia Zelaya, Belén Sabillón, Napoleón Zambrano,
Mis influencers son de mirada tierna, de sonrisa sincera, de abrazo amoroso y solidario, de caminar en lucha, de lágrima fácil, de solidaridad viva, maestros de la vida”.
Marleny Canales, José Dolores Urquía, Estela y Julián López, que me formaron como docente y de quienes aprendí que, tal como pensaba Paulo Freire, la educación es la práctica de la libertad. Luego en la Escuela Superior del Profesorado Francisco Morazán tuve influencers extraordinarios que nos orientaban en la disciplina y convicción de que la docencia es un acto de servicio a los demás, un acto de amor a la patria para transformarla, esos influencers encabezados por Isidro Perdomo, Marcelino Borjas, Julio Navarro, Modesto Sánchez, Virgilio Maradiaga, Cárleton Corrales, Albita Mejía, Adela Chavarría, Juan Ramón Salgado, entre muchos.
Recordar a mis influencers ha sido un ejercicio hermoso, cuántos seres humanos han contribuido y contribuyen en la construcción de nuestro ser y nuestro hacer; luego aparecieron los curas con esa orientación cristiana para la liberación: Ángel Castro, Germán Cálix, Eduardo Méndez, Francisco Lapierre, Chema Tojeira, Juan Dumont, Mauricio Cusin, sor Luz Beatriz Arellano, sor Crucita, sor Amábilis, sor Benedicta. Otros de mis influencers, los compañeros de lucha, esos que dan la vida por los demás, por la patria: Juan Almendárez, Amílcar Tomé, Chema Ramírez, Normanda Martínez, Bertha Cáceres, Karla Lara, Helen Umaña, Roberto Sosa, Eduardo Bahr, José González, Víctor Hugo Álvarez, Armando García, Gladis Lanza, Joaquín Cardoza, Salvador Zúniga. Y mis influencers permanentes, inolvidables: mi familia de sangre y escogida, mis amigos, mis hermanos, compañeros de trabajo, camaradas, mis amigos escritores y mis alumnos, sin duda mis influencers cotidianos. Mis influencers son de mirada tierna, de sonrisa sincera, de abrazo amoroso y solidario, de caminar en lucha, de lágrima fácil, de solidaridad viva, maestros de la vida. No necesitan ningún “Me gusta”, sólo el compromiso sincero y amoroso de servir a los demás y de ir haciendo sueños realidad en una perspectiva de justicia