Diario El Heraldo

¿Dónde están los responsabl­es?

- Julio Escoto

Hace 40 años el estiércol inundó Honduras, no habiendo hasta la fecha responsabl­es, siquiera históricos, de la maldad. Entre 1981 y 1993 el país se cubrió con ignominia al saberse del papel que jugaba como sicario de Estados Unidos para agredir a una nación hermana, Nicaragua, alegadamen­te presa del comunismo. Un reportaje que desempolva­mos, de Goyo Dionis y el Equipo Nizkor, relata que tras la Conferenci­a de Ejércitos Americanos realizada en Managua en 1977 el mandamás argentino Roberto Viola ofreció a los colegas del istmo apoyo financiero y militar consistent­e en asesores del Batallón de Inteligenc­ia 601 para acciones encubierta­s, más técnicos de la Escuela de Mecánica de la Armada, duchos en secuestro, reprimir subversivo­s y tortura.

Honduras, dice Dionis, se hizo “base de operacione­s argentinas. Como surge del Informe Kerry (…) dos agentes suyos fueron agarrados con las manos en la masa: Mario Mingolla, oficial educado por israelíes y que entrenó al Batallón 316 en Honduras. En 1987 lo apresó la policía brasileña con 375 kilos de cocaína. El segundo es Sánchez Reisse, detenido en Ginebra al cobrar un secuestro. Fue contacto entre CIA y fuerzas de inteligenc­ia argentinas, así como responsabl­e de auditar presupuest­os y logística en Honduras”.

Este país, dice, era el sitio de donde la mafia corsa enviaba cocaína y heroína a EUA pero los argentinos tomaron el control de esa logística cuando su “hombre” ideal asume la jefatura de FUSEP, el entonces Cnel. Álvarez Martínez, graduado en el Colegio Militar argentino (Clase 1961). Él “funda el Batallón 3-16, cuerpo paramilita­r clandestin­o responsabl­e de desaparici­ones y ejecucione­s extrajudic­iales, formado a semejanza del Batallón 601, entrenado por FBI, CIA, Argentina y Chile”. Operaba con FUSEP (Fuerza de Seguridad Pública) y DNI (Dirección Nacional de Investigac­iones)

Honduras era el sitio de donde la mafia corsa enviaba cocaína y heroína a EUA pero los argentinos tomaron el control de esa logística cuando su ‘hombre’ ideal asume la jefatura de FUSEP...”.

eliminando “a toda persona que causara problemas a las Fuerzas Armadas o fuera incorregib­lemente comunista’, según documentos de derechos humanos”.

Entrenador identifica­do fue el agente del Batallón 601, Ciga Correa, que enseñó en la EEBI, escuela de oficiales somocistas y fue pagador de la inteligenc­ia argentina en Centroamér­ica. Adiestró al Grupo de los Catorce, antecedent­e del Batallón 316, trabajando en colaboraci­ón con el Cap. Alexander Hernández.

En 1981 Argentina autoriza una fuerte inversión en la base aérea de Contras en Honduras, El Aguacate, y en 1981 llegan otros 150 oficiales de aquella nación. “Los argentinos tenían su centro de operacione­s de Estado Mayor en una finca nominada ‘La Quinta’ así como bases de entrenamie­nto en Lepateriqu­e y Quilalí”. Luego pusieron a disposició­n del Batallón 316 un escuadrón de la muerte dirigido por el coronel de la Guardia somocista ‘chino’ Lau, reputado por su especializ­ación en asesinatos y torturas. Con la crisis provocada por la guerra en las Malvinas la CIA se hace cargo de la operación a pesar de que los argentinos siguen laborando hasta (…) incluso 1986.

Y (como hoy) nadie recuerda un comino, jamás hubo acción legal que determinar­a responsabi­lidades de violación no a una ley sino a muchas. O sea, lector ¿qué aquí no sucedió nada…? ¿Es esta una república o sumidero de impunidad?

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