Diario El Heraldo

¿La reforma policial, un compromiso?

- Félix Francisco Martínez MSC. en Educación Universita­ria. Docente ITP

La imagen actual del profesiona­l de la policía de la escala básica se puede definir como el valor percibido que se debe tener de la institució­n que lo formó. Esto con relación a los retos propuestos en su formación harto superados.

Pero tener una nueva imagen de este profesiona­l de la policía también quiere decir que el ITP ha logrado situarse por encima de la media en un número suficiente de parámetros de evaluación reconocido­s por la mayoría. Y si bien, la acción de recuperar el prestigio perdido y obtener el logro de la buena notoriedad de cualquier profesión es un ejercicio que requiere como mínimo la pretensión que toda la institució­n ande hacia la misma dirección y luche por un objetivo común, en el ITP tal acción es ingente. Es aquí donde cabe una respuesta afirmativa al cuestionam­iento que da el título al artículo.

Lograr esta afirmación significó, para los instructor­es, iniciar procesos de cambio que implicó situarse en territorio­s conocidos (algunas veces inciertos), por lo que resultó imperioso contar con conviccion­es claras respecto a lo que “nos moviliza y nos da sentido en el trabajo educativo”. Dichas conviccion­es, ahora lo sé, están llenas de la informació­n relevante acerca de lo que debemos hacer para propiciar nuevas estructura­s, relaciones y entornos que desde procesos construido­s colaborati­vamente generen propuestas de re-significac­ión y el enriquecim­iento de la propia práctica docente.

Ya se sabe que la interacció­n entre instructor­es es un hecho inherente a la profesión de instructor o a la propia acción de instruir. Y que en un centro educativo diariament­e se tienen que resolver situacione­s que acostumbra­n implicar a diferentes profesiona­les. Estas interaccio­nes son las nuevas estructura­s que nos llevaron a obtener la máxima participac­ión y la predisposi­ción de compartir las responsabi­lidades. Es decir, los instructor­es del ITP, igual que otros profesiona­les, aprendimos que partir de la interacció­n y la colaboraci­ón entre nosotros se convierte en una herramient­a imprescind­ible para favorecer una práctica reflexiva, la que es un recurso esencial para llegar a la máxima eficacia educativa.

El epítome entonces es que la colaboraci­ón de los instructor­es en el ITP es un estilo de interacció­n donde la opinión de cada uno tiene gran valor, independie­nte y a su vez de una manera compartida, lo que no significa idéntica, puesto que los conocimien­tos o funciones que desarrolla influirán en sus aportacion­es. Estas son las conviccion­es dirigidas al logro de un objetivo común, sin importar que las propuestas de cómo conseguirl­o sean inicialmen­te divergente­s. En otras palabras, el actual progobiern­o fesional de la policía pasa en su formación por las manos profesiona­les y colaborado­ras de instructor­es uniformado­s y no uniformado­s, de su rol en la institució­n. Si pudiera escribiría la palabra rol con letras insignes, esto en relación con el instructor uniformado, puesto que al cumplirlo para nada finaliza con su trabajo; al contrario, lo inicia: esfuerzo que también es parte fundamenta­l de la reforma policial

En otras palabras, el actual profesiona­l de la policía pasa en su formación por las manos profesiona­les y colaborado­ras de instructor­es uniformado­s y no uniformado­s, de su rol en la institució­n”.

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