La “patria contratista” crece
En el aparato estatal no solo se roba mucho, sino que también se derrocha a manos llenas, como si todas las necesidades públicas ya estuvieran satisfechas y los recursos disponibles fueran ilimitados. Incluso cuando no se incurre en actos de corrupción, se gasta más de lo indispensable para lograr un objetivo, vulnerando los principios de economía y eficiencia. Para combatir el dispendio mediante la racionalización del gasto, no hace falta esperar la tan demorada reforma del Estado –que al parecer no llegará nunca–, pues la austeridad debería reflejarse cada año en el Presupuesto, aunque no exista una ley de responsabilidad fiscal que fije un tope...