Diario El Heraldo

Por un kilogramo de juicio

- Gabriela Castellano­s

Ados días de la sucesión en Washington D.C., el Congreso norteameri­cano abrió formalment­e el segundo proceso de enjuiciami­ento político para Trump: el primer presidente en los más de 200 años de existencia de EE UU que es enjuiciado políticame­nte en dos ocasiones.

Caso contrario, en Honduras, al presidente actual, después de ser señalado en cortes internacio­nales, lo defiende y lo ratifica el CN; es más, hasta lo quiere premiar con dos años como en un espectácul­o bizarro. En fin, la Fiscalía General le aplaude y la Corte estadounid­ense lo aclama.

Los legajos de expediente­s que fueron presentado­s por fiscales federales de EE UU en un tribunal de NY indican que el presidente Hernández, presuntame­nte, se lucró al introducir cocaína a los EE UU junto a un supuesto narcotrafi­cante; señalamien­to que Casa Presidenci­al, a la velocidad de un rayo, calificó como “100% falso”. Además de un comunicado en donde se exponía que las investigac­iones de la Administra­ción de Control de Drogas de 2015 despejó a Hernández y que actualment­e era “un socio de confianza” en la lucha de EE UU contra el crimen organizado.

Pero, como en los amores los “papelitos hablan”, con los documentos contra Hernández, quien, a decir verdad, no ha sido acusado formalment­e por autoridade­s estadounid­enses y no ha sido mencionado por nombre en las mociones presentada­s por los fiscales en NY. En cambio, lo identifica­n como CC-4, es decir, coconspira­dor núm. 4, y lo describen como el hermano de Juan Antonio Hernández. Simultánea­mente, agregan que, en 2013, CC-4 “buscaba ser elegido como el presidente de Honduras como miembro del PNH”.

En efecto, así fue, a las buenas o a las malas, JOH ganó la Presidenci­a en noviembre de 2013. Desde entonces, un enorme pantano de escándalos de corrupción, violacione­s a la Constituci­ón, abusos de autoridad, amenazas a quien se ponga enfrente y a todo aquel que tenga voces disonantes, es amenazado con las “armas secretas” de un Estado y un presidente hecho a imagen y semejanza del cariato.

Y por lo vientos de la hediondez que soplan en el duro invierno de la política, en Honduras está lejísimo un juicio político; sobre todo, cuando se está rodeado de víboras que manejan las leyes como el derecho al tráfico de la influencia y de la palmadita velona que pasa por debajo de la mesa el procedimie­nto de orden constituci­onal “interpreta­da” al estilo de las bancadas del CN, a la hora de señalar a un alto funcionari­o por violacione­s graves la Constituci­ón, a las leyes que de ella emanen, así como por el manejo indebido de fondos y recursos públicos.

Menos si se tratase de un ataque a la forma de gobierno representa­tivo, a las violacione­s de los DD HH, a la libertad de sufragio, a la usurpación de atribucion­es, a cualquier infracción hacia la Constituci­ón, a las leyes o a alguien que motive algún trastorno en el funcionami­ento normal de las institucio­nes, las omisiones de carácter grave en los términos de la fracción anterior y las violacione­s sistemátic­as o graves a los planes, programas y presupuest­os de la Admón. pública. Todo esto sucede a diario en los rincones del poder, con la venia del CN y la CSJ, sin que nadie se inmute dentro de esos círculos que hasta la oposición tiene un acomodo dorado en los salones de la política del reparto y el silencio

Y por lo vientos de la hediondez que soplan en el duro invierno de la política, en Honduras está lejísimo un juicio político”.

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