Por un kilogramo de juicio
Ados días de la sucesión en Washington D.C., el Congreso norteamericano abrió formalmente el segundo proceso de enjuiciamiento político para Trump: el primer presidente en los más de 200 años de existencia de EE UU que es enjuiciado políticamente en dos ocasiones.
Caso contrario, en Honduras, al presidente actual, después de ser señalado en cortes internacionales, lo defiende y lo ratifica el CN; es más, hasta lo quiere premiar con dos años como en un espectáculo bizarro. En fin, la Fiscalía General le aplaude y la Corte estadounidense lo aclama.
Los legajos de expedientes que fueron presentados por fiscales federales de EE UU en un tribunal de NY indican que el presidente Hernández, presuntamente, se lucró al introducir cocaína a los EE UU junto a un supuesto narcotraficante; señalamiento que Casa Presidencial, a la velocidad de un rayo, calificó como “100% falso”. Además de un comunicado en donde se exponía que las investigaciones de la Administración de Control de Drogas de 2015 despejó a Hernández y que actualmente era “un socio de confianza” en la lucha de EE UU contra el crimen organizado.
Pero, como en los amores los “papelitos hablan”, con los documentos contra Hernández, quien, a decir verdad, no ha sido acusado formalmente por autoridades estadounidenses y no ha sido mencionado por nombre en las mociones presentadas por los fiscales en NY. En cambio, lo identifican como CC-4, es decir, coconspirador núm. 4, y lo describen como el hermano de Juan Antonio Hernández. Simultáneamente, agregan que, en 2013, CC-4 “buscaba ser elegido como el presidente de Honduras como miembro del PNH”.
En efecto, así fue, a las buenas o a las malas, JOH ganó la Presidencia en noviembre de 2013. Desde entonces, un enorme pantano de escándalos de corrupción, violaciones a la Constitución, abusos de autoridad, amenazas a quien se ponga enfrente y a todo aquel que tenga voces disonantes, es amenazado con las “armas secretas” de un Estado y un presidente hecho a imagen y semejanza del cariato.
Y por lo vientos de la hediondez que soplan en el duro invierno de la política, en Honduras está lejísimo un juicio político; sobre todo, cuando se está rodeado de víboras que manejan las leyes como el derecho al tráfico de la influencia y de la palmadita velona que pasa por debajo de la mesa el procedimiento de orden constitucional “interpretada” al estilo de las bancadas del CN, a la hora de señalar a un alto funcionario por violaciones graves la Constitución, a las leyes que de ella emanen, así como por el manejo indebido de fondos y recursos públicos.
Menos si se tratase de un ataque a la forma de gobierno representativo, a las violaciones de los DD HH, a la libertad de sufragio, a la usurpación de atribuciones, a cualquier infracción hacia la Constitución, a las leyes o a alguien que motive algún trastorno en el funcionamiento normal de las instituciones, las omisiones de carácter grave en los términos de la fracción anterior y las violaciones sistemáticas o graves a los planes, programas y presupuestos de la Admón. pública. Todo esto sucede a diario en los rincones del poder, con la venia del CN y la CSJ, sin que nadie se inmute dentro de esos círculos que hasta la oposición tiene un acomodo dorado en los salones de la política del reparto y el silencio
Y por lo vientos de la hediondez que soplan en el duro invierno de la política, en Honduras está lejísimo un juicio político”.