Deplorable acción contra migrantes
Aunque Guatemala está en su pleno derecho de decidir quién circula o no por su territorio, la acción policial y militar de dispersar a empujones, con gases y a garrotazo limpio a la insistente caravana de migrantes hondureños hacia Estados Unidos es deplorable.
Igualmente, no se puede alabar la actitud de los migrantes de no respetar a las autoridades guatemaltecas y retornar la represión con pedradas, en su intento de avanzar hacia un sueño cuyo camino cada vez es más espinoso.
Al desagradable espectáculo en Chiquimula, este lunes recién pasado hay que agregar la penosa indolencia del gobierno hondureño en su obligación de atender las necesidades básicas de su gente para evitar que cada vez salgan en éxodos hacia otros países en la búsqueda de lo que su propia patria no les puede proveer.
Con la dispersión de la caravana, Guatemala comenzó a cumplirle a Estados Unidos el acuerdo migratorio firmado en 2019 para evitar que los indocumentados lleguen a la frontera estadounidense. Idéntico convenio firmó Honduras comprometiéndose también a detener los flujos masivos migratorios.
Pero la migración irregular, según los sociólogos, no se va a detener con acuerdos bilaterales, ni con represión policial y militar, esto solo será posible cuando los gobiernos del Triángulo Norte —El Salvador, Guatemala y Honduras— y de Estados Unidos reflexionen y entiendan la urgencia de atacar las causas estructurales del fenómeno.
Para estos académicos, la desdicha de los hondureños solo podrá cambiar cuando las medidas populistas de bonos, subsidios y raciones alimentarias que quitan el hambre un corto tiempo y generan mayor endeudamiento y pobreza, sean reemplazadas por acciones viables generadoras de oportunidades, que le permitan al país avanzar por una ruta de un desarrollo sostenible; de lo contrario, los desplazamientos no se detendrán