Mientras tanto, en Ciudad Gótica
No todos los días se ve a un grupo de embanderados protestantes ingresar sin mayor contención a un edificio como el Capitolio de Washington, DC. Mucho menos, se ve vulnerada la seguridad de ese emblemático edificio de una de las democracias más longevas. Las notas periodísticas que también invadieron pantallas venían acompañadas con imágenes de personas cuya indumentaria parecía de un capítulo de Los Simpson, la serie de dibujos animados. Visiblemente preocupados, los miembros de la seguridad de la instalación fueron desbordados y más de uno sacó sus armas de reglamento para intimidar a los revoltosos. Que se contaran víctimas mortales al final de la jornada era de esperarse.
No es fácil que una historia en los medios de comunicación lo deje a uno con la boca abierta en estos tiempos de pandemia, pero esta lo logró. El 6 de enero, día previsto para la confirmación del ganador de las complicadas elecciones de noviembre recién pasado y dos semanas antes de la toma de posesión del presidente 46 de los Estados Unidos de América, sus habitantes contemplaron con horror que la ingobernabilidad, esa que siempre se miraba desde lejos en la sección internacional de los noticiarios, ocurriendo en países den ombreim pronuncia platicar ble, tocaba a las puertas de su casa igual que el coronavirus. “No es lo mismo verla pasar que con ella”, diría un chusco en mi barrio.
Las continuas referencias al episodio de ese Día de Reyes en la mayoría de las intervenciones durante la juramentación de la nueva dupla presidencial en el Poder Ejecutivo, revela el profundo malestar y decepción que provocan los sucesos de aquella fecha. No solo desnudaron la grave crisis que vive el sistema político y la república norteamericana, sino también el cisma y división que favorecieron el ascenso al poder del presidente saliente, cuya presencia, discurso y legado continúan siendo de una vigencia insoslayable. Los primeros decretos ejecutivos suscritos por el señor Biden en el resto de la jornada del 20 de enero son buena prueba de ello y no se descarta que cada uno de ellos galvanice aún más a los “burlados” seguidores del magnate expresidente.
Mientras tanto en Ciudad Gótica, como si se tratara de Batman y Batichica, un buen número de citadinos esperan que los nuevos presidente y vicepresidenta yanquis acudan desde su primer día a deshacer todos los entuertos y penurias en los que nos hemos metido ya ratos por nuestra propia voluntad y desidia. Solo él y ella, con su omnipresencia y recuperados superpoderes podrían librarnos de cualquier villano, vicio, plaga o dificultad, que hoy nos agobie. Sin embargo, tal parece que estarán muy ocupados resolviendo asuntos domésticos y otros de más trascendencia, así que de muy poco servirá la batiseñal que proyectemos a nuestras grises nubes (“¡Oh! Y ahora ¿quién podrá defendernos?”).
La expectativa es grande. No se pierda el próximo batiepisodio, a la misma batihora y por el mismo baticanal
Un buen número de citadinos esperan que los nuevos presidente y vicepresidenta yanquis acudan desde su primer día a deshacer todos los entuertos y penurias en los que nos hemos metido ya ratos por nuestra propia voluntad y desidia”.