Diario El Heraldo

En jaque costureras y sastres debido al nulo pedido de uniformes

Efectos covid-19 Bajas ventas y pocos pedidos reportan los profesiona­les de la confección, quienes confiaban que con la temporada escolar podrían recuperars­e del impacto de la pandemia. Aún hay esperanza

- Silvia Yamileth Pérez El Heraldo diario@elheraldo.hn

Entre hilos, agujas y telas, cientos de costureras y sastres de la ciudad se encuentran desesperad­os ante la falta de pedidos de uniformes que con cada inicio del año escolar comenzaban a recibir.

De por sí el ritmo de trabajo venía doblegando a este ancestral rubro debido al impacto de la venta de ropa usada; el covid-19, el confinamie­nto y la educación en línea aceleraron la caída de la economía de estos profesiona­les de la confección.

Don Aníbal Larios es uno de los afectados. Se ha dedicado a la confección de uniformes escolares en su negocio “Animar”, ubicado en el mercado Los Dolores, por más de tres décadas.

“Jamás nos habíamos enfrentado a una situación similar, saqué un préstamo para comprar una máquina de costurar con la esperanza de que este año todo iba a mejorar, pero no hay pedidos, no sabemos cómo enfrentar esta crisis”, lamentó.

Y es que, para sastres y costureras, la llegada de enero representa­ba un destello de luz entre la penumbra que arrastran sus negocios, pues en 2020 no hubo desfiles patrios y en temporada navideña pocos fueron los encargos para los estrenos.

“Ahora solo vivimos de los pocos remiendos que nos piden realizar”, lamentó Larios.

Entre las estrategia­s que han comenzado a poner en práctica para mantener a flote los negocios es la de unir talleres y pagar un solo alquiler.

También muchos locales han cerrado y ahora trabajan desde casa y solo por pedido.

Doña Teresa Amador es una costurera que ha tenido que ingeniárse­las para no cerrar su taller y de confeccion­ar faldas y uniformes para niñas ahora realiza vestuario para damas y gabachas.

En tanto, David Matamoros, dueño de un taller de confección en el barrio Guadalupe desde hace 35 años, lamentó que no hay pedidos para contratar más personal y hacer uniformes.

La crisis lo obligó a reinventar­se y ahora se dedica a la modificaci­ón de prendas.

Muchos de los materiales han subido sus costos, aún así los talleres tratan de mantener los precios para no afectar a su clientela.

Sin ambiente escolar

Las principale­s calles comerciale­s de Comayagüel­a, donde los uniformes y útiles escolares inundaban el comercio en años anteriores, lucen ahora con gel antibacter­ial, ropa y productos de primera necesidad.

“Como las clases son en línea, el uniforme de mi hija se encuentra en buen estado, por eso no veo necesario comprar uno nuevo”, afirmó doña Ana Rosales, una madre de familia. Efraín Rodríguez, representa­nte de los pequeños empresario­s, invitó a los profesiona­les de la confección a buscar asesoría para innovar sus negocios

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FOTOS: EFRAÍN SALGADO (1) Doña Teresa Amador es una de las costureras que han tenido que buscar alternativ­as para no dejar caer su negocio. (2) Ante la falta de pedidos de uniformes, don David Matamoros se dedica la modificaci­ón de prendas de vestir en el barrio Guadalupe. (3) Marlen Vásquez sigue trabajando cada día en su negocio a pesar de las adversidad­es.

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