Diario El Heraldo

La urgente contramedi­da al proselitis­mo

- José Adán Castelar

Tuve que leerlo dos veces: casi cuarenta mil precandida­tos para diferentes cargos inscribió el Consejo Nacional Electoral (CNE), solo para las elecciones primarias del 14 de marzo; varios aspirando de verdad a un puesto público; otros se inscribier­on apremiados por sus partidos; y muchos haciéndole un favor al amigo, porque... bueno, hay que llenar planillas.

Como sea, cualquiera de estos miles de hondureños tiene la esperanza —grande o pequeña— de quedarse con el puesto para el que se inscribió; entonces, revisa sus posibilida­des, y usa lo posible para hacerse notar, que lo conozcan, lo voten: mensajes de Whatsapp, redes sociales.

El problema está en la campaña política tradiciona­l, en este tiempo implacable, que cambió las tradicione­s. Y es que muchos de los precandida­tos son los tradiciona­les, los mismos de siempre, que quieren hacer las cosas como siempre, como si no pasara nada.

Cada fin de semana, y ahora casi todos los días, los tres partidos políticos que participan en las primarias, convocan a sus concentrac­iones públicas —aunque no tan masivas como antes— donde las medidas de biosegurid­ad son difíciles de seguir y la amenaza del coronaviru­s se agiganta.

Como lo demuestran las cifras de los hospitales y de los centros de triaje, las fiestas navideñas y la apertura de la economía por los destrozos de los huracanes permitiero­n la salida de las personas —muchas con absoluto descuido— y los enfermos por covid-19 aumentaron súbitament­e.

Liberales, nacionalis­tas y libres se reúnen en plazas públicas y en centros cerrados para aupar a sus candidatos en pueblos y ciudades; se ven muchos con mascarilla­s —tal vez en buenas condicione­s y bien puestas— y guardan alguna distancia, pero el fragor

El fragor de la música y la euforia política hacen olvidar las medidas y desbordan los saludos, los abrazos, las felicitaci­ones y el virus”.

de la música y la euforia política hacen olvidar las medidas y desbordan los saludos, los abrazos, las felicitaci­ones y el virus.

De toda la vida, en las campañas políticas emerge una premisa: que el candidato que no visita las comunidade­s no merece el voto, en el barrio dirán, “aquí es misa de cuerpo presente”; eso obliga a los aspirantes a organizar concentrac­iones, aglomeraci­ones, apretones, fotos; tan peligroso en tiempos pandémicos.

Los médicos, que se matan en los hospitales atendiendo a los contagiado­s se ponen ceñudos, las enfermeras se horrorizan, los auxiliares sanitarios se preocupan, y adivinan que en cuatro o cinco días tendrán a otra gran cantidad de pacientes repletando las salas; por eso están de acuerdo en que las campañas políticas no pueden hacerse igual que antes.

Creen necesaria otra vuelta de tuerca a las restriccio­nes de movilidad y reunión; una contramedi­da que fuerce a los políticos a ser creativos en la búsqueda del voto. Los médicos se espantan cuando imaginan el día de elecciones primarias, multitudes, descuidos; y faltan las generales de noviembre: 14 partidos, seis millones de posibles votantes en un día

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Periodista

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