Los contrarios nos hacen un gran bien
En una charla TED escuché que en una institución educativa los estudiantes hacían una evaluación oral sustentando un determinado tema delante de sus directores y profesores. Esto hacía que los examinandos se prepararan mejor para las posibles preguntas y objeciones que encontrarían en su selecto auditorio. En la conferencia aludida decían que nos hace mucho bien encontrarnos con personas que piensan diferente ya que esto nos obliga a profundizar y fundamentar mejor en nuestras ideas.
Recuerdo el choque que produjo en mí estudiar una Licenciatura en Educación en una institución con unos planteamientos filosóficos muy diferentes a los míos. La contrariedad y molestia inicial fueron cediendo poco a poco al estudiar a fondo los diversos temas y darme cuenta que aun en medio de planteamientos con cierta tendencia ideológica distinta a la mía podía encontrar algunos puntos positivos y otros de los que podía prescindir. Esos años de estudio exigieron de mi parte un gran esfuerzo por asimilar los contenidos, pero sobre todo investigar en diferentes fuentes para desentrañar el meollo de los puntos en los que no estaba de acuerdo. Fue una gran lección para mí ver diversas reacciones de algunos maestros ante preguntas que no buscaban crear controversia, sino ir al fondo en los planteamientos. Algunos con honestidad intelectual reconocían que había que estudiar mejor la cuestión para encontrar otra respuesta. Otros, sencillamente descalificaban al estudiante mostrando su falta de interés en ahondar más.
No es fácil encauzar la energía y la disconformidad de los estudiantes curiosos, inquietos, que no se contentan con respuestas fáciles. Un buen maestro o un padre de familia sabe que es mejor encauzar la iniciativa que sacar prisa a una persona pasiva y conformista.
Con el paso de los años me di
Yo concluiría esta reflexión con el pensamiento de que los que no nos tratan bien, los que no concuerdan con nosotros nos ayudan a profundizar mejor en nuestras posturas, nos facilitan ser más precavidos y prudentes”.
cuenta de que aquellos estudiantes inquietos y disconformes que tal vez hacían más difícil mi trabajo, eran los que desarrollaban luego una personalidad completa, entera, propia, que les llevaba a defender con garbo, elegancia y claridad justamente las ideas que en su época de estudiante eran ocasión de nuestros debates.
Hace años escribí en contra de esta frase que leí en un libro de táctica política: “Si no tienes un enemigo, búscalo”. En principio ninguno de nosotros debería desear tener enemigos sino todo lo contrario. Cultivar un corazón grande, servicial y amable necesariamente nos debería atraer el favor de todos, pensaba. Sin embargo, después me di cuenta de que los santos e incluso el mismo Jesucristo tuvieron adversarios. Luego me encontré con una frase de José Martí que me hizo pensar: “Triste es no tener amigos, pero más triste debe ser no tener enemigos, porque el que enemigos no tenga, señal es que no tiene: ni talento que haga sombra, ni carácter que impresione, ni valor temido, ni honra de la que murmuren, ni bienes que se codicien, ni cosa buena que se envidie”.
concluiría esta reflexión con el pensamiento de que los que no nos tratan bien, los que no concuerdan con nosotros nos ayudan a profundizar mejor en nuestras posturas, nos facilitan ser más precavidos y prudentes. No hemos de buscar enemigos, pero si queremos cumplir con nuestros deberes necesariamente los encontraremos. En este caso, no habremos de tener miedo a movernos, con soltura y amabilidad, entre los que piensan de forma distinta. Al final de todo, nos hacen un gran bien