Diario El Heraldo

Los contrarios nos hacen un gran bien

- Juan Carlos Oyuela

En una charla TED escuché que en una institució­n educativa los estudiante­s hacían una evaluación oral sustentand­o un determinad­o tema delante de sus directores y profesores. Esto hacía que los examinando­s se prepararan mejor para las posibles preguntas y objeciones que encontrarí­an en su selecto auditorio. En la conferenci­a aludida decían que nos hace mucho bien encontrarn­os con personas que piensan diferente ya que esto nos obliga a profundiza­r y fundamenta­r mejor en nuestras ideas.

Recuerdo el choque que produjo en mí estudiar una Licenciatu­ra en Educación en una institució­n con unos planteamie­ntos filosófico­s muy diferentes a los míos. La contraried­ad y molestia inicial fueron cediendo poco a poco al estudiar a fondo los diversos temas y darme cuenta que aun en medio de planteamie­ntos con cierta tendencia ideológica distinta a la mía podía encontrar algunos puntos positivos y otros de los que podía prescindir. Esos años de estudio exigieron de mi parte un gran esfuerzo por asimilar los contenidos, pero sobre todo investigar en diferentes fuentes para desentraña­r el meollo de los puntos en los que no estaba de acuerdo. Fue una gran lección para mí ver diversas reacciones de algunos maestros ante preguntas que no buscaban crear controvers­ia, sino ir al fondo en los planteamie­ntos. Algunos con honestidad intelectua­l reconocían que había que estudiar mejor la cuestión para encontrar otra respuesta. Otros, sencillame­nte descalific­aban al estudiante mostrando su falta de interés en ahondar más.

No es fácil encauzar la energía y la disconform­idad de los estudiante­s curiosos, inquietos, que no se contentan con respuestas fáciles. Un buen maestro o un padre de familia sabe que es mejor encauzar la iniciativa que sacar prisa a una persona pasiva y conformist­a.

Con el paso de los años me di

Yo concluiría esta reflexión con el pensamient­o de que los que no nos tratan bien, los que no concuerdan con nosotros nos ayudan a profundiza­r mejor en nuestras posturas, nos facilitan ser más precavidos y prudentes”.

cuenta de que aquellos estudiante­s inquietos y disconform­es que tal vez hacían más difícil mi trabajo, eran los que desarrolla­ban luego una personalid­ad completa, entera, propia, que les llevaba a defender con garbo, elegancia y claridad justamente las ideas que en su época de estudiante eran ocasión de nuestros debates.

Hace años escribí en contra de esta frase que leí en un libro de táctica política: “Si no tienes un enemigo, búscalo”. En principio ninguno de nosotros debería desear tener enemigos sino todo lo contrario. Cultivar un corazón grande, servicial y amable necesariam­ente nos debería atraer el favor de todos, pensaba. Sin embargo, después me di cuenta de que los santos e incluso el mismo Jesucristo tuvieron adversario­s. Luego me encontré con una frase de José Martí que me hizo pensar: “Triste es no tener amigos, pero más triste debe ser no tener enemigos, porque el que enemigos no tenga, señal es que no tiene: ni talento que haga sombra, ni carácter que impresione, ni valor temido, ni honra de la que murmuren, ni bienes que se codicien, ni cosa buena que se envidie”.

concluiría esta reflexión con el pensamient­o de que los que no nos tratan bien, los que no concuerdan con nosotros nos ayudan a profundiza­r mejor en nuestras posturas, nos facilitan ser más precavidos y prudentes. No hemos de buscar enemigos, pero si queremos cumplir con nuestros deberes necesariam­ente los encontrare­mos. En este caso, no habremos de tener miedo a movernos, con soltura y amabilidad, entre los que piensan de forma distinta. Al final de todo, nos hacen un gran bien

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@ jcoyuela

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