Un voto inteligente
Estamos entrando al proceso de elecciones primarias para escoger a los candidatos de los llamados partidos mayoritarios para los distintos cargos de elección popular. Estas elecciones tendrán el reto de la situación que confronta el país con la pandemia del coronavirus y la posibilidad que los mítines usuales de campaña contribuyan a intensificar la propagación del virus.
Las elecciones primarias nos dan la oportunidad de seleccionar a los candidatos que a nuestro criterio reúnen los requisitos de idoneidad y responsabilidad y que son personas aptas para desempeñar un cargo de elección popular. Esa tendencia a votar por determinado partido porque era el favorito de nuestros padres o porque tendremos la oportunidad de obtener un empleo o de realizar negocios con el Estado, debemos desecharla totalmente si deseamos que en nuestro país se generen cambios estructurales que ofrezcan un mejor futuro para todos, no solo para los políticos y sus allegados.
Votar es importante pero lo es aún más si ejercemos nuestro voto en forma inteligente. Debemos estar conscientes de la importancia de los procesos electorales, sean a nivel primario o general, pues las elecciones libres y equitativas forman parte de los elementos que requiere una democracia política. Está claro que el Estado de derecho, la separación de los poderes del Estado y la aplicación de la ley son complementos fundamentales.
Para votar en forma inteligente debemos dejar de hacerlo por partidos políticos, dejando de lado la frase que nos inculcaron de “mi padre fue de X partido y, por lo tanto, voy a votar por este partido, sin importar quiénes son los candidatos”. Cuando un político está en campaña ofrece el cielo y la tierra, pues su objetivo es convencer a los ciudadanos de votar por él recurriendo a cualquier artimaña, sin importar si sus métodos son éticos o no. La experiencia nos confirma que la gran mayoría de promesas y favores ofrecidos durante las campañas casi nunca se cumplen.
Importante es, por lo tanto, analizar cuidadosa y racionalmente nuestra intención de voto. Debemos revisar el historial de los candidatos, si han estado involucrados en actos de corrupción, tráfico de influencias o reñidos con la moral. Si ostentan o han ostentado un cargo político, analizar cómo ha sido su desempeño y si efectivamente han actuado con seriedad
Cuando un político está en campaña ofrece el cielo y la tierra, pues su objetivo es convencer a los ciudadanos de votar por él recurriendo a cualquier artimaña, sin importar si sus métodos son éticos o no”.
y responsabilidad, pensando en el bien común y no en su propio beneficio y el de sus allegados.
Analicemos objetivamente las propuestas que presenta el candidato y si las mismas hacen sentido y son realistas. Recordemos que prometer es relativamente fácil y especialmente si no se tiene la intención o voluntad de cumplir. Debemos ser conscientes de que el Estado no genera recursos sino que depende de los impuestos que pagamos todos y que esas ofertas de programas gratis o subsidiados que tan bien suenan a los oídos de las personas dependerán de la recaudación de dichos impuestos o de agregar más cargas tributarias. Resumiendo, no desperdiciemos nuestro voto guiándonos nada más por la simpatía heredada o propia hacia un partido político. Analicemos bien a los candidatos y demos nuestro voto a los que creemos podrán cumplir con sus promesas de campaña y que gozan de buena reputación o un historial político serio y responsable. Busquemos la aguja en el pajar