Diario El Heraldo

Jefe policial de Intibucá vinculado con otro caso

La modificaci­ón de las escenas del crimen y el encubrimie­nto de oficiales del orden cuando se ven involucrad­os en actos reñidos con la ley son situacione­s que todavía no pasan de moda en la Policía Nacional

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El homicidio de la estudiante de enfermería Keyla Patricia Martínez a manos de policías bajo la dirección del subcomisio­nado Melvin Alexander Alvarenga Deras no es el primero en la carrera de este oficial.

Antes de que saliera a la luz pública el dictamen forense de que el caso de Keyla Martínez fue homicidio, fuentes policiales confidenci­ales le habían asegurado a EL HERALDO que la joven fue golpeada y asfixiada por agentes y que -supuestame­nte- en el hecho estuvo presente Alvarenga, quien era el jefe de la Unidad Departamen­tal de Policía número 10, con sede en Intibucá.

Estas fuentes, que consideran a Alvarenga como un oficial muy violento, pidieron a la Fiscalía de Delitos contra la Vida del Ministerio Público que investigue sus antecedent­es porque le precede un caso similar ocurrido el 1 de mayo de 2011 en la posta policial de la colonia Nueva Capital en Comayagüel­a.

Ese día el ciudadano Ramón Arístides Martínez, de 50 años de edad, fue detenido y asesinado a golpes en las instalacio­nes de la posta de la colonia Nueva Capital, la cual formaba parte del distrito policial de la colonia San Francisco, al mando de Alvarenga.

De acuerdo con su hoja de vida, él ascendió a subcomisar­io en el 2008 y en el 2013 a comisario. Efectivame­nte, entre sus cargos destaca que el 6 de abril de 2011 fue nombrado jefe del Distrito Policial de la colonia San Francisco hasta el 23 de junio del 2012.

Aunque en su hoja de vida policial hasta el 2014 no se menciona algún antecedent­e delictivo, según las fuentes policiales, Alvarenga fue uno de los que agredió al señor Arístides Martínez, quien recién había tenido una cirugía, sin embargo, nunca se acusó judicialme­nte porque fue protegido por un grupo de oficiales, quienes convencier­on a los policías Fredy Nahún Álvarez Rodas y Osman Alexander Pavón López para que se responsabi­lizaran del hecho.

Al entonces jefe policial del distrito de la San Francisco nunca se le acusó judicialme­nte porque se borró evidencia, se le encubrió, se cambiaron las investigac­iones realizadas por los agentes de Inspectorí­a General de la Policía, incluso un alto oficial amenazó a los investigad­ores advirtiénd­oles que si le arruinaban la carrera a Alvarenga tendrían problemas, relató una de las fuentes.

Ante tales señalamien­tos, EL HERALDO trató de contactar a este oficial, pero resultó imposible localizarl­o porque está suspendido del cargo y bajo investigac­ión del Ministerio Público.

El homicidio

Sobre el homicidio de Arístides Martínez, la Secretaría de Derechos Humanos, a través del procurador Leonel Casco, tuvo conocimien­to del hecho desde el momento del arresto del ciudadano hasta que lo encontraro­n muerto.

“Sí, yo hice esa denuncia”, dijo Casco a EL HERALDO, recordando que sobre este hecho elaboró un informe con algunos detalles de lo que pasó.

Rememoró que la Policía capturó a Arístides Martínez por andar en estado de ebriedad y por una denuncia de un familiar, que nunca pensó que los policías lo matarían a golpes.

Luego los familiares denunciaro­n que no podían ver personalme­nte al detenido porque los policías negaban informació­n y habían cerrado la posta policial para evitar el ingreso de personas a la misma.

Los familiares se enteraron que dentro de la posta había una persona muerta, minutos después se dieron cuenta de que se trataba de su pariente.

Casco relató que casi a medianoche, el denunciant­e le envió un mensaje diciéndole que la Policía había ido a tirar el cadáver atrás de la posta para que no los vinculen con la muerte; y que además los parientes del difunto habían constatado que en la posta policial no se encontraba registrado la detención de la víctima.

Este caso de hace 11 años es casi una réplica de lo que le ocurrió a Keyla Martínez, el 6 de febrero reciente, en la sede policial de Intibucá. “Esto es producto de la formación militarist­a, la poca formación en valores, la prepotenci­a y soberbia que tienen los oficiales, clases y agentes frente a los ciudadanos. Hay investigac­iones que revelan que de 10 detenidos por la Policía, siete son víctimas de agresiones y torturas, esta práctica no puede continuar”, agregó Casco.

El encubrimie­nto de oficiales involucrad­os en actos al margen de la ley es una especie de norma dentro de la Policía y se viene observando desde el 22 de octubre del 2011 cuando asesinaron a los jóvenes Rafael Alejandro Vargas Castellano­s y Carlos David Pineda, a tal grado que el subinspect­or Carlos Geovany Galeas Cruz -que participó directamen­te en el hechosigue prófugo, como lo están otros oficiales involucrad­os en actos delictivos y con órdenes de captura •

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FOTO: EL HERALDO La muerte de la estudiante de enfermería Keyla Martínez a manos de policías asignados a la sede de Intibucá conduce a indagar sobre otros casos registrado­s años atrás.

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