Las primarias y el desanimado elector
Esta vez pueden culpar al coronavirus, o tal vez justificarse en la crisis económica, y no faltará quien acuse a los huracanes seguidos de noviembre; lo cierto es que a dos semanas de las elecciones primarias los precandidatos, los partidos políticos, no han logrado despertar entusiasmo entre la población.
Y no es porque se trate únicamente de elecciones primarias, en las que solo participan tres de los catorce partidos inscritos; hablamos de las organizaciones políticas que en teoría tienen la mayor membresía del país: Liberal, Libre y Nacional; el ambiente electoral debería de ser esperanzador, fiestero, envolvente, como siempre fue, y ahora apenas se nota.
Desde adentro de los partidos políticos tratan de alentarse y fingir despreocupación por el desánimo de los electores; dicen que solo esperan el voto duro, el del militante, del convencido, del que se apunta en el censo, del que sabe los nombres de las autoridades partidarias.
Aunque son elecciones primarias, desde los distintos partidos se ven de reojo y se atacan entre sí, se dicen de todo; pero son inocultables las diferencias que a nivel interno erosionan las instituciones políticas, tanto, que sospechan y denuncian fraude entre ellos mismos.
En el Partido Liberal no han conseguido el candil que ilumine el camino de la reconciliación desde el golpe de Estado de 2009; el sendero se bifurca entre las corrientes que abrazan a Luis Zelaya con su discurso anticorrupción, y a Yani Rosenthal, con promesas de prosperidad, atacándose entre ellos; mientras Darío Banegas avanza con su discurso intenso.
En el Partido Libre un sector acusa nepotismo del expresidente Manuel Zelaya y la precandidatura de su esposa Xiomara Castro; otro señala a Carlos Eduardo Reina de salirse del redil y seguir su propio camino; y a Wilfredo Méndez y a Nelson Ávila los consideran unos rebeldes; todos coinciden en señalar dictadura, corrupción, refundación.
En el Partido Nacional, pese a tener una juventud estructurada, le apostaron a precandidatos presidenciales sesentones: “Tito” Asfura presenta credenciales de desarrollo urbanístico de la capital, pero enfrenta acusación en tribunales, que él niega; mientras Mauricio Oliva logró esquivar juicios por corrupción que crean suspicacias entre la población y le estropean la imagen.
Desde luego, se pueden decir infinidad de cosas más a favor y en contra de los precandidatos, que ya son de sobra conocidas; aunque si revisáramos -solo superficialmente- a muchos aspirantes a las dipuel taciones y a algunas alcaldías, también sus resúmenes de vida nos dejarían perplejos.
Algunos desencantados sueltan el socorrido “no hay por dónde pasar”; pero claro que en todos los partidos hay gente que merece la pena, aunque no les den espacio sus dueños.
El desafío ahora es recuperar el entusiasmo, la confianza y la esperanza de un elector que hace tiempo destiñó sus banderas
El ambiente electoral debería de ser esperanzador, fiestero, envolvente, como siempre fue, y ahora apenas se nota”.