Una noche de 365 días
Los vecinos de la mayor ordenación territorial irregular de Tegucigalpa se amurallan de cara a este nuevo invierno sin esperanza de poder encontrar donde construir sus nuevas viviendas, mientras continúa la batalla inclemente y las pérdidas que suceden con lentitud. Las familias que viven en zonas anormales de Tegucigalpa investigan desde entonces una noche que ya ha durado 365 días. Y recuerdan con mucha nostalgia las inundaciones que dejaron las tormentas tropicales Eta y Iota.
Según un informe de la estatal Copeco, los damnificados que integran 18,510 familias se encuentran en el mismo lugar desde que fueron desalojados de sus mismas e improvisadas residencias por las lluvias de las dos tormentas tropicales, que causaron graves daños a la infraestructura productiva, derrumbes en carreteras y el desbordamiento de caudalosos ríos. En aquella oportunidad, el presidente Hernández, anunció un “Plan para la reconstrucción sostenible de Honduras, que tiene varios engranajes”. También se dio a conocer que el BCIE apoyará a Honduras en la reconstrucción de viviendas, labores de limpieza de calles, habilitación de tramos carreteros, adquisición y construcción de puentes, entre otros. Pero fue intangible ese plan, porque siguen las difíciles condiciones en las que se encuentran miles de personas que perdieron sus casas, o sus comunidades siguen anegadas tras las inundaciones que dejaron los dos ciclones en el norte y que viven en tiendas de campaña, y se suma ahora una vaguada que provocará fuertes precipitaciones. El día 12 de octubre en la zona norte algunos motoristas de rastras se tomaron las calles en protesta porque no construyen un puente, esta situación se agudiza año con año y parece que no aprendemos nada de gestión de riesgos y de adaptación a la variabilidad climática y que el discurso institucional es buen léxico.