Diario El Heraldo

Elecciones o lecciones

- Olban Valladares Analista

Don Miguel Andonie, verdadero padre del proceso de extinción del bipartidis­mo y fundador del Pinu, tenía dos frases, cuya validez en estos días cobran mayor significad­o. Decía Andonie: “¿Quieres conocer a un ruin? Dale poder”; y a propósito del fraude electoral, advertía: “No pierdan tiempo buscando al loco, persigan al loquero”.

Pocas veces una casta de políticos, aprendices de brujo, pudo asaltar el control de uno de los partidos tradiciona­les, desplazand­o añejas estructura­s y establecie­ndo una bien “aceitada maquinaria”, que en menos de veinte años, mediante trampas refinadas, no solo atraparon el poder formal de la nación, sino que, mediante trucos y planeación perversa pero efectiva, lograron mediante un falso “liderazgo por incentivos” (compra vulgar de estómagos y conciencia­s) cooptar los poderes Legislativ­o y Judicial de nuestro Estado republican­o, así como someter a sus designios las demás institucio­nes del estamento gubernamen­tal: Fiscalía, Tribunal de Cuentas, Jueces y Magistrado­s, alguna cúpula policial y militar y paremos de contar.

En 12 años destruyero­n la economía, la política, la moral y el futuro de una noble nación, prostituye­ron la verticalid­ad de nuestra Constituci­ón Política, declararon inaplicabl­es sus artículos pétreos, instituyer­on de facto la aberrante figura de la reelección y enfangaron la soberanía territoria­l y jurídica del país regalando la nación a intereses foráneos, por medio de las diabólicas figuras de las ZEDE (versión Honduras). Se bajaron impúdicame­nte los calzones, al punto de mostrarle al mundo cuán bajo puede un gobierno inescrupul­oso hundir a todo un pueblo. Esta nueva casta, dizque de jóvenes modernos, se emborrachó de poder, se ensoberbec­ió apantallad­a por la sumisión cómplice de una oposición política timorata y venal, por la actitud entreguist­a de un sector de la cúpula empresaria­l dominante, hasta ahora adormecida, que despierta aparenteme­nte solo cuando siente manos peludas tocándole la bolsa y que corre despavorid­a cuando percibe amenazas, reales o fabricadas, de un fenecido chavismo o de un ya fracasado socialismo del S. XXI. Solo así parece despertar de un profundo letargo.

En síntesis, esta es la historia de la ruindad de los últimos periodos de gobierno que se recordarán como las administra­ciones responsabl­es del empeoramie­nto de la pobreza, la miseria y el vergonzoso atraso de nuestra pobre Honduras.

Ha concluido felizmente el primer peldaño de la reconstruc­ción de la patria. Fuimos a elecciones, consciente­mente y con alegría. El pueblo, por primera vez, dio señales contundent­es de su repudio a las prácticas perniciosa­s de estos últimos gobiernos. Se rompió el tabú, el mito de la invencibil­idad del bipartidis­mo; no fueron “elecciones” lo que tuvimos, fue un cumulo de “lecciones” que deben ser aprendidas por todos los sectores políticos dominantes, entrantes y salientes, porque si no, dentro de cuatro años, el pueblo volverá a aplicar en las urnas la guadaña del desprecio.

Roguemos que doña Xiomara no sucumba ante los cánticos de los “vampiros de la política”, que segurament­e ya le están susurrando al oído

¿Quieres conocer a un ruin? Dale poder”.

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