El drama de las mujeres presas
El drama que viven las mujeres presas en Honduras, y que esta semana está siendo expuesto por la Unidad Investigativa de EL HERALDO, debería ser un llamado de alerta a las autoridades gubernamentales sobre las causas que han tenido ellas para involucrarse en situaciones que las orillaron a tomar decisiones equivocadas que hoy en día pagan con cárcel.
En su gran mayoría, las presas son mujeres jóvenes, de escasos recursos, con muy poca educación, que vienen de zonas dominadas por pandillas, donde, o se involucraron por la fuerza o para sobrevivir.
Así lo confirma “Jessy”, una de las reclusas, quien dijo haberse involucrado en la actividad de la extorsión “por necesidad, para darle de comer a mis dos hijos”.
Pero ni “Jessy” ni muchas de sus compañeras eran líderes en las estructuras criminales en las que participaban, pero sí las que se llevaron la peor parte de las políticas punitivas en vigor en casi todos los países del continente y del mundo, coinciden los estudiosos del tema.
El tráfico ilícito de drogas, dice un informe oficial, es el principal crimen por el que las mujeres están presas, con 2,464 casos registrados de 2009 a 2021. El segundo delito está vinculado con el primero, la facilitación de medios para el tráfico de drogas, y el tercero, el de la extorsión.
La situación en Honduras no es exclusiva. Estudios de organismos internacionales de defensa de derechos humanos en los que se analizan las causas y las repercusiones de este fenómeno están ahí, a disposición de las autoridades competentes, quienes están llamadas a analizar estos documentos para buscar respuestas integrales a esta problemática, porque no se debe olvidar que el encarcelamiento de mujeres suele tener consecuencias devastadoras para sus familias y comunidades