Viruela del mono
Esta enfermedad fue descubierta por primera vez en una colonia de monos procedente de la República del Congo en 1978. Dos años después se describieron los primeros casos en humanos y se observó como una enfermedad contagiosa, transmitida de persona a persona por los líquidos corporales como la saliva y por objetos o superficies contaminadas. La enfermedad se ha presentado en Canadá, Estados Unidos, México, Costa Rica y aquí en Honduras. En el mundo se han reportado casi 800 casos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se presenta con fiebre, dolor de cabeza, dolor de espalda, fatiga extrema, ganglios inflamados y las vesículas, que luego se vuelven pústulas y al sanar dejan cicatrices. Los niños son más susceptibles al contagio que los adultos. En Honduras hemos tenido brotes de viruela en los años 30 del siglo pasado. El empleo sistemático de la vacuna logró eliminar la viruela en Honduras, como en todo el mundo, al grado que se declaró como enfermedad erradicada y se dejó de vacunar.
Jenner, médico inglés del siglo XIX, observó que los lecheros adquirían resistencia a la viruela por contacto con las vesículas del ganado infectado por la viruela de los terneros. Su gran aporte a la humanidad fue el desarrollo de la “vacuna” protectora a partir del líquido de las vesículas en la piel. Ahora vuelve a presentarse la enfermedad como viruela del mono transmisible al hombre. Afortunadamente, la vacuna JYNNEOS ha sido autorizada y está disponible, a lo menos en Estados Unidos. Ojalá el gobierno de Honduras la obtenga para vacunar a sus ciudadanos y así lograr su protección. Mientras tanto, hay que continuar con el uso de mascarillas, el lavado frecuente de las manos y el distanciamiento entre personas.