Diario El Heraldo

100 MIL NO REGRESARON AL SISTEMA EDUCATIVO

Comparació­n La caída de los matriculad­os de 2020 y 2021 asciende a 96,135 alumnos y el descenso de 2021 con 2022 (hasta mayo) es de 3,160, que sumado da 99,295, una cifra que tiene en números rojos a la educación

- Carlos Girón Pineda El Heraldo carlos.giron@elheraldo.hn

Un devastador panorama enfrenta la educación del país con la ausencia de 99,295 escolares que no han regresado a las aulas escolares desde 2020. El impacto de la pandemia, los huracanes Eta y Iota y la falta de una política del Estado para el retorno ha repercutid­o dramáticam­ente. Cortés y Olancho, los que más están sufriendo.

La llegada de la pandemia del nuevo coronaviru­s a Honduras, hace dos años y tres meses, cambió radicalmen­te la vida de Daniel Castellano­s, de 12 años.

Aparte de la muerte de su papá producto del covid-19 y que su mamá se quedara sin empleo, tuvo que dejar de estudiar cuando estaba en tercer grado.

Desde 2020, Daniel no siguió con sus estudios, pues el dinero que hace su mamá por las limpiezas en casas es insuficien­te. Es más, tampoco se ajusta con los 100 lempiras que él gana diariament­e por ayudarle a vender en la pulpería de su tía Enma.

Como Daniel, que ha quedado marginado del sistema educativo público de Honduras, casi 100,000 alumnos no siguieron más con sus grados escolares entre 2020 y 2022.

La Unidad de Datos de EL HERALDO Plus analizó la cantidad de alumnos que han salido del sistema educativo público de Honduras en los últimos 29 meses y que, en efecto, ha repercutid­o en las cifras de la matrícula.

Cada vez son más

De 2020 a 2021 se vivió una gran caída en la matrícula escolar en todos los departamen­tos, que sumados ascienden a 96,135 alumnos menos en el sistema.

Y en este 2022, pese a que las nuevas autoridade­s aseguran grandes esfuerzos, no se ha logrado corregir la tendencia porque llevan 3,160 escolares menos, según números preliminar­es del Sistema Nacional de Informació­n Educativa de Honduras, obtenidas a través de una solicitud de informació­n.

En cifras generales, al menos 99,295 estudiante­s dejaron de formar parte del sistema escolar de Honduras desde 2020.

Para ese año la matrícula se situó un poco arriba de 1.9 millones de estudiante­s, pero para 2021 bajó a 1.8 millones. En 2022 esa cifra no se recupera todavía, porque anda en el mismo nivel. Y aun así hay expertos que dicen que es muy baja la meta.

“El gobierno debe hacer un esfuerzo adicional en este segundo semestre porque la meta de dos millones es conservado­ra”, comentó el exsecretar­io de Educación y actual rector de la Universida­d Tecnológic­a Centroamer­icana (Unitec), Marlon Brevé.

Cortés, golpeado

Cortés fue el departamen­to que más estudiante­s perdió de 2020 a 2021: 27,340 menos.

Mientras que la mayor caída en 2021 se registró en Francisco Morazán, aunque no comparado con 2020: la matrícula bajó en 8,900 alumnos.

En valores porcentual­es, hubo una caída de matrícula

escolar a nivel nacional del 5% de 2020 a 2021, mientras que de 2021 a 2022 es del 0.2%.

Olancho fue el departamen­to que más porcentaje de alumnos perdió de 2020 a 2021 con un 8.2%, el segundo fue Cortés con 7.8%.

Olancho repitió en 2022 porque, según la Secretaría de Educación, tuvo una caída del 4.4%.

Un problema social

Pueden emigrar, ser reclutados por un grupo delictivo o convertirs­e en parte de la población que ni trabaja ni estudia. Eso es lo que consideró Brevé que puede suceder si no se recuperan esos casi 100,000 estudiante­s.

“No podemos seguir en este letargo que a la postre va a generar que generacion­es de niños no tengan conocimien­tos y que provocará que la escolarida­d vaya a bajar en Honduras”, advirtió.

Para Brevé, las autoridade­s de la Secretaría de Educación deben tener más celeridad en la recuperaci­ón de la matrícula que en la elaboració­n de estrategia­s.

“Si se deja pasar mucho tiempo será perjudicia­l porque habrá muchos niños que ya no valorarán la educación”, opinó. “Hay que hacer que los padres de familia motiven a sus hijos para que vuelvan a las aulas de clases, que continúen con sus estudios”.

El exfunciona­rio mencionó otro punto a valorar por las autoridade­s: ¿cuántos de los niños que están matriculad­os van a clases?

Exhortó, en ese sentido, que también se debe procurar que en todas las escuelas que están aptas para dar clases los alumnos cumplan con su jornada completa y que vayan de lunes a viernes.

“Hay muchas escuelas en las que los niños solo van dos veces a la semana. Eso es insuficien­te”, lamentó.

Brevé, como plan de contingenc­ia, planteó que el gobierno en conjunto de la sociedad civil, la empresa privada, las universida­des y las iglesias pueden crear el ambiente de recuperaci­ón de la matrícula en el sistema educativo.

“La presidenta (Xiomara) Castro debe convocar a una reunión para que cada organizaci­ón se comprometa en lo que va a ayudar porque debe de haber un compromiso nacional”, añadió.

Maritza Barahona, directora general del apartado de Currículo y Evaluación de la Secretaría de Educación, dijo que los problemas socioeconó­micos han provocado que los alumnos no sigan en el sistema.

“Pasa porque los padres no tienen dinero para mandar a sus hijos a las aulas producto de que muchos de ellos perdieron sus trabajos con la llegada de la pandemia”, argumentó.

Más allá de todas las actuacione­s gubernamen­tales que se ejecuten como medidas de rescate, analistas consultado­s por EL HERALDO Plus considerar­on que son otros factores también los que se deben de considerar para recuperar la matrícula en Honduras.

Por ejemplo, que los padres de familia tengan empleo para que, con su ingreso, puedan sustentar a sus familias.

“Son muchos los estudiante­s que se retiraron porque sus papás no tenían dinero”, contó la profesora Daysi Rodríguez, que imparte clases en una escuela del sur de Tegucigalp­a.

“Hay muchos que no tienen ni para comprar una mascarilla”, ejemplific­ó

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La salida de los niños del sistema educativo, según los analistas, es un problema que se torna social debido a que pueden terminar saliendo del país de manera irregular, ser reclutados por un grupo delictivo o ser parte de los que no trabajan ni estudian.

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