Diario El Heraldo

Prófugos de la justicia popular

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Nicaragua. Pues bien, una muchedumbr­e de derechista­s huye al país socialista, nadie podría imaginarlo, pero para salvar el botín de los dineros públicos no hay ideologías. El gobierno que dirige Daniel Ortega, al parecer, se convirtió en el salvador de las personas que son señaladas por casos de corrupción en distintos países centroamer­icanos. Por mal ejemplo están dos exfunciona­rios hondureños a quienes se les otorgó la nacionalid­ad en Nicaragua, lo cual amplía la lista de personas naturaliza­das en la vecina nación a quienes los vinculan con un saqueo sin precedente­s en este país: los exsecretar­ios de la presidenci­a del gobierno de Juan Orlando Hernández, Ebal Díaz y Ricardo Cardona. Ambos se unen al club de prófugos de dos expresiden­tes de El Salvador, quienes son acusados de distintos delitos, entre ellos: corrupción por la justicia de aquel país. Uno de ellos es Mauricio Funes, quien primero solicitó asilo político, mismo que le otorgaron y posteriorm­ente le concediero­n la nacionalid­ad nicaragüen­se al igual que a su esposa e hijos. Los mismos “honores” también para el expresiden­te Salvador Sánchez Cerén, quien se naturalizó como ciudadano de Nicaragua y su esposa e hijos recibieron el mismo beneficio. También investigad­o por presunto enriquecim­iento ilícito, peculado y lavado de dinero, por lo que es perseguido por la justicia salvadoreñ­a. Nuestras “joyitas” de exportació­n, Ebal Díaz es inquirido por un fallido proyecto de las casas contenedor­es para familias damnificad­as por los huracanes Eta y Iota, cuyo dolo asciende a 69 millones de lempiras, según consta en las líneas de investigac­ión del Consejo Nacional Anticorrup­ción (CNA). Habría que continuar con el proceso de indagacion­es contra los exministro­s Ebal Díaz y Ricardo Cardona, pese a que se nacionaliz­aron como nicaragüen­ses. En este caso, las nacionaliz­aciones es una forma de evadir la justicia ante el Poder Judicial y el Ministerio Público, y frente al pueblo que es sometido a una crisis, por obra y gracia del descalabro y derroche económico que el partido político de ambos usó y abusó mientras manejaba el poder como una finca particular. Honduras sigue siendo una finca cuando está en manos de los mismos conserjes judiciales, que aún no se libra una orden de captura internacio­nal o una alerta roja permanente contra Díaz y Cardona, exfunciona­rios del Gobierno de Hernández. Ni siquiera existen requerimie­ntos fiscales necesarios y suficiente­s para extraditar a estos individuos que disfrutan el pinolillo de Nicaragua, país con el que Honduras tiene acuerdo para extradició­n. Aunque sabemos que Nicaragua no entrega a sus connaciona­les a requerimie­ntos de procesos penales que se llevan a cabo en otros países, ya que la Constituci­ón de ellos se los prohíbe, siendo un paraíso para esta calaña de delincuent­es internacio­nales.

Hace más de cuatro décadas, de niña visité Managua, una Managua en plena rebeldía y en una pared derrumbada. También recuerdo haber leído un grafiti que decía: “Prófugos de la justicia popular”. Ahora, esa mancha indeleble seguirá teniendo validez, pero pintada en Honduras

Honduras sigue siendo una finca”.

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