Diario El Heraldo

Suben las ejecucione­s en las cárceles del país

175 privados de libertad fueron asesinados de 2013 a agosto de 2021, la mayoría en cárceles y con armas de fuego

- El Heraldo diario@elheraldo.hn

Investigac­ión Un análisis de EL HERALDO Plus muestra que en los últimos ocho años han ejecutado a 175 privados de libertad en las cárceles, postas policiales y batallones. El último asesinato fue del jefe del grupo delictivo “El combo que no se deja”, Sergio Tercero. La mayoría de estos crímenes siguen en la impunidad. Las bandas del crimen organizado siguen mandando en las prisiones.

Controlan sus estructura­s desde la prisión y también cometen crímenes como si no hubiese autoridad.

Tienen su propia seguridad. Salen a hacer sus diligencia­s sin restriccio­nes, deciden qué comer y permiten o deniegan el ingreso de quienes los quieren visitar.

Son los privados de libertad que viven en las cárceles de Honduras bajo su propio gobierno: el de la anarquía, al grado que hasta homicidios se cometen en estos recintos donde no debería ingresar ni una tan sola arma.

Por ejemplo, Sergio Tercero, un líder del grupo criminal “El combo que no se deja”, fue asesinado el domingo en la Penitencia­ría Nacional de Támara, al norte de Tegucigalp­a.

El cadáver del hombre que era conocido en el bajo mundo como “El patrón” tenía golpes y, según el informe preliminar, fue asfixiado.

Pese a que Tercero, de 40 años, estaba recluido en el módulo de máxima seguridad del recinto, no fue impediment­o para evitar el homicidio.

Como ese asesinato, 175 privados de libertad han muerto violentame­nte en Honduras desde 2013 a agosto de 2021, una cifra “preocupant­e” para derechos humanos, pero “normal” para criminólog­os.

La Unidad de Datos de EL HERALDO Plus analizó la cantidad de reos asesinados por año en las cárceles, postas policiales y batallones a través de la informació­n de la Secretaría de Seguridad.

Ingobernab­ilidad

Aunque en las cárceles de la nación solo los funcionari­os de seguridad pueden portar armas de fuego (según la Ley del Sistema Penitencia­rio), justamente por ese artefacto es por el que más han muerto los privados de libertad.

De los 175 homicidios que se han registrado en los últimos nueve años, más de la mitad (54%) fueron con armas de fuego.

El otro utensilio más usado es el arma blanca, con un 16% (28 muertes).

Así como murió Tercero, por asfixia, 26 reos más también falleciero­n por esa causa, que representa­n un 15%.

Además, este equipo encontró que 2015, con 35, fue el año que contabiliz­ó más reos asesinados violentame­nte.

Pudo ser 2019 el más sangriento para los privados de libertad, pero los datos oficiales de ese año apuntan a apenas 13 homicidios.

No obstante, un registro independie­nte de este periódico cuenta 38 muertes violentas.

Justamente fue en ese año, cuando por órdenes del extraditad­o expresiden­te Juan Orlando Hernández, las Fuerzas Armadas tomaron el control del Instituto Nacional Penitencia­rio (INP) debido a las reyertas ocurridas en La Tolva y en la cárcel de Tela.

En 2013 y 2014, en los primeros años del análisis, hubo una similitud: 27 homicidios, respectiva­mente.

Y en los dos últimos años del análisis, los homicidios continuaro­n, pero fueron menos. Por ejemplo, en 2020 se contabiliz­aron 19, la misma cantidad de 2021, hasta agosto.

Son los centros penales, pese a las millonaria­s inversione­s que ejecutan año tras año los gobiernos, los lugares en donde mueren más los privados de libertad.

El 73% (128) murió en los recintos carceleros, que demuestra la débil administra­ción de las autoridade­s.

Paradójica­mente, en lo que se supone que son unos de los lugares más seguros, en las postas policiales, murió el 23% de las víctimas.

En lo que se refiere al motivo, la impunidad marca los casos. De los 175 homicidios, las autoridade­s pertinente­s han tipificado en proceso de investigac­ión el 40% (70) de las causas de los crímenes, mientras que el 14% (25) han sido por riña.

La otra causa, que es la tercera, es el pleito de territorio, que figura con el 10% (17).

Faltan acciones férreas

El criminólog­o Gustavo Sánchez, exfunciona­rio de la Policía Nacional, consideró que los motines en las cárceles son situacione­s normales en el sistema hondureño.

“Esos eventos están fuera de control de las autoridade­s pese a que toman medidas para evitarlos”, comentó.

Los perfiles de los distintos criminales (señaló) son el principal factor por el que no se pueden evitar los motines en las cárceles.

“Hay que tomar en cuenta que en las cárceles hay personas de diferentes gamas de delitos, que en su mayoría son asesinos, que no tienen escrúpulos, que siguen matando, aunque les aumenten la pena”, puntualizó.

“Aunque en las cárceles haya suficiente­s medidas de seguridad, se escapa o se sale de las manos el control total”, agregó.

El pago para el ingreso de armas de fuego, de celulares y hasta de granadas son, por ejemplo, algunas de las acciones que las autoridade­s no pueden regular en los presidios.

A pesar de que las autoridade­s no pueden tener el control completo, aseveró que la falta de férreas acciones para el control de los privados de libertad ha provocado la ingobernab­ilidad.

“El problema es que nuestros gobernante­s son temerosos de la comunidad internacio­nal, de los derechos humanos y por eso es que no ejecutan acciones contundent­es”, expresó.

Planteó, en ese sentido, que el gobierno debe homologar las acciones que ha aplicado el presidente salvadoreñ­o Nayib Bukele para frenar las fechorías que cometen los reos desde prisión.

Estado de excepción, prohibició­n de grafitis, reutilizac­ión de bienes y armas son, por ejemplo, algunas de las medidas que aplicó Bukele para combatir a las estructura­s criminales.

Sánchez además exhortó a los organismos de derechos humanos a no interferir en la actuación de las autoridade­s para regular el comportami­ento de los privados de libertad.

“Aquí, en Honduras, por cualquier cosa derechos humanos se pone en contra de las autoridade­s y defiende a los privados de libertad”, señaló. Anualmente, el gobierno hondureño ejecuta estratosfé­ricas cantidades de dinero para reducir la criminalid­ad e impedir las acciones delictivas desde las cárceles, por lo que expertos recomienda­n replantear las actuales estrategia­s y aplicar acciones severas para los privados de libertad que sigan cometiendo ilegalidad “porque difícilmen­te ello se van a volver a reinsertar en la sociedad”

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FOTO: EL HERALDO
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La histórica ingobernab­ilidad de las autoridade­s en el sistema penitencia­rio de Honduras es un problema que ha derivado en la anarquía de los reclusos, que ha permitido un control casi absoluto con base en sus fechorías o actividade­s, mientras que la falta de acciones contundent­es por parte del gobierno sigue dando paso a la alta criminalid­ad.
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