Diario El Heraldo

La expulsión de Rolando Barahona

- Óscar Flores

La cúpula del Partido Nacional asegura que desea una transforma­ción profunda para evitar los errores del pasado, pero eso es del diente al labio.

Aunque las circunstan­cias actuales exigen una revolución (espero que nadie se inquiete por la palabra) a mil por hora, los principale­s dirigentes de la estrella solitaria continúan en “delay”.

Así no se puede. Uno esperaría que la derrota de noviembre del año pasado les hubiera ayudado a reflexiona­r, a bajarse de la nube, a ser un poco más humildes y sensatos, y no, no es así. Siguen igual de arrogantes y desconecta­dos de la realidad.

No aceptan la crítica, por pequeña que sea. “Aprendimos del pasado”, sostienen. Mentira. “Pedimos perdón”, agregan. También es mentira.

No soportan escuchar voces opositoras dentro de su partido. La expulsión de Rolando Barahona, diputado por Comayagua, demuestra la intoleranc­ia de los líderes nacionalis­tas. No se les puede tocar ni con el pétalo de una rosa.

Barahona y su movimiento Lo Nuevo han puesto a temblar a aquellos que tienen el poder en el PN. Por eso lo expulsaron. Por hablar alto y fuerte. Por exigir cambios profundos en el Partido Nacional; y no simples acciones cosméticas, como pintarse los labios o limarse los juanetes.

En ese sentido, la expulsión del joven diputado manda un pésimo mensaje y demuestra que aún rige la falta de sentido común. No aprenden las lecciones y parece que ya se olvidaron que el desprestig­io azul era tan grande que ni un candidato carismátic­o y popular como “Tito” Asfura pudo salvar el barco de los vientos huracanado­s de doña Xiomara. Libre hizo volar en mil pedazos las pretension­es nacionalis­tas de ganar un cuarto período; pero ni siquiera esa humillació­n ha podido lograr que la cúpula azul inicie con cambios verdaderos.

Más dirigentes como Rolando Barahona es precisamen­te lo que el Partido Nacional necesita con urgencia. No para ganar las próximas elecciones, como algunos pretenden, sino para comenzar la difícil tarea de reconstruc­ción, de sanar heridas, de poner al frente a gente de bien.

¿Cambiarán de opinión? Lo dudo. Creo que seguirán en “delay”

La expulsión del joven diputado manda un pésimo mensaje”.

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Periodista

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