Una mujer con terrible pasado
Monseñor Emiliani, debo confesarle en esta carta que he sido una mujer mala, sin escrúpulos y que he hecho daño. He causado sufrimiento a mucha gente. Desde los 14 años me dediqué a fumar marihuana con mis compañeros de colegio. A los 16 ya había experimentado relaciones sexuales con dos amigos. Ingresé a la universidad, una de las mejores del país, y claro, ya empecé a usar cocaína. En las fiestas mezclábamos esta droga con licor y terminábamos en bacanales. Tengo 32 años ahora, nunca me he casado, pero he tenido varios novios con quienes he tenido intimidad sexual. Soy un poco menos que una zorra, y perdóneme esta expresión tan fea. Mis padres jamás se preocuparon por mí. Desde los 22 años tuve mi apartamento propio y esto fue mi ruina. Allí nos reuníamos con los amigos en muchas ocasiones. Muchos hijos de “papá”, señoritos que nunca trabajaron y que medio estudiaron, allí están ahora en las empresas de sus familias aparentando hacer algo. Unos pocos resultaron buenos universitarios y ahora son brillantes profesionales. Algunos de mis amigos siguen consumiendo drogas. Dos han muerto de sobredosis. Otro murió en un accidente de carro, ya que conducía a 110 kilómetros por hora totalmente borracho. Quedó su cuerpo desecho, entre los hierros retorcidos del carro. Tenía 24 años. He visto, monseñor, un desfile de cadáveres que han pasado por mi vida, unos ya muertos de verdad, la mayoría vivos mientras haya droga y sexo. Yo soy otra muerta en vida. Mis amigas, pocas están bien casadas, la mayoría divorciadas. Hay dos que se hicieron lesbianas y un par de solteras como yo. Todas hemos sido adictas a alguna droga, aunque ya algunas dejaron eso. Yo en cambio sigo consumiendo, no como antes. Pero siento una soledad espantosa. Un vacío en mi alma muy grande. Veo a mis amigas con niños, y yo sola. Estudié administración de empresas, y un postgrado en Estados Unidos. Me maravillo cómo pude seguir estudiando con estas adicciones. Pero no creo me case nunca. ¿Quién se va a fijar en mí? Estimada señorita, nada de lo que sucedió en su pasado puede impedirle ser amada por Dios, nuestro Padre misericordioso. Y Él le puede perdonar todo y totalmente. Usted en su carta no lo menciona a Él, pero es mi deber decirle que creo firmemente que usted es amada de manera infinita, absoluta, por el Dios que la creó. Y Él puede restaurar completamente su vida. Puede transformarla y hacer de usted una creatura nueva. Es más, podría usted volver a ser virgen, y no se ría, sí, desde un punto de vista espiritual. Usted podría volver a pensar de una manera nueva. Ver toda la realidad como Dios la ve. Verse como templo de Dios, limpio y puro, ya que Dios podría tomar posesión de usted. Puede comportarse desde aquí y ahora como una mujer íntegra, con pensamientos luminosos, claros, transparentes y actuar como una persona honesta, justa, con valores y principios cristianos. Conozco muchos casos de personas renacidas. Y su experiencia del pasado les ha servido para aprender una lección de por vida y para aconsejar a muchas otras personas. Debe dejar de consumir ya cualquier clase de droga, inclusive licor, porque esto la induciría a volver a las adicciones. Debe someterse a una terapia psicológica y de desintoxicación y le aconsejo Alcohólicos y narcóticos Anónimos. Debe apartarse de cualquier amistad dañina. Y en esto debe ser usted radical. Congregarse en su Iglesia y comenzar a tener otras amistades diferentes. Quizá allí conozca a alguien que se enamore de usted y que sea persona digna. Aunque su objetivo ahora debe ser restaurarse, reconstruir su vida y no pensar tanto en matrimonio. Usted siente repugnancia de usted y de su pasado. Acepte que eso sucedió, pero que no todo está perdido. Hoy es el día de su renacimiento. Ahora debe usted pedirle perdón a Dios, perdonarse a usted misma y empezar de nuevo. Ver lo positivo en usted. Agradecer a Dios que no está muerta, idiotizada por una sobredosis, o paralítica por un accidente al conducir embriagada. Mire que tiene una carrera universitaria. Que es joven, 32 años, con todo un futuro por delante. Se sentirá mejor si se suma a alguna causa solidaria y ayudar a los más pobres de manera desinteresada. He visto casos de depresivos que al enrolarse en actividades benéficas continuas han dejado atrás esa tristeza permanente, porque le han encontrado sentido a sus vidas ayudando a otros. Vamos, no todo está perdido. Usted puede levantarse, dejar atrás esas cadenas de adicciones, desánimo y frustración. Con Dios lo logrará, porque con Él es invencible.
Con Actividades Benéficas Continuas se deja atrás la tristeza y se halla sentido a la vida