¿Qué buscan?
Al día siguiente —cuenta la Biblia— Juan el Bautista estaba de nuevo allí, al otro lado del Jordán, donde bautizaba, con dos de sus discípulos. Al ver a Jesús que pasaba por ahí, dijo: “¡Aquí tienen al Cordero de Dios!”. Cuando los dos discípulos le oyeron decir esto, siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les preguntó: “¿Qué buscan?” (Juan 1:3538a). Tal vez ustedes están también buscando algo, queridos lectores. ¿Qué buscan? Interesante pregunta, ¿no les parece?, que tiene que ver con la existencia misma del ser persona, que toca la individualidad, el consciente, las ambiciones, las metas, los objetivos y propósitos; en especial, si se está por emprender algo o si acaba de empezar algo, como este nuevo año. ¿Qué buscan? O mejor: ¿qué buscamos, qué queremos? La esperanza es, que dentro de todo eso que da respuesta a la pregunta, Jesús esté presente. Como dijera el salmista: “Dios mío, tú eres mi Dios. Con ansias te busco desde que amanece, como quien busca una fuente en el más ardiente desierto” (63:1). Y la Palabra le recuerda como un viento apacible: “Dichoso [aquel o aquella] que puso en [mí] su confianza” (40:4). Pero la historia no termina ahí, continúa diciendo: “Fueron y vieron donde moraba Jesús, y se quedaron con Él aquel día; porque era como la hora décima. Andrés era uno de los dos que habían oído a Juan el Bautista y habían seguido a Jesús. Este halló primero a su hermano Simón Pedro, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es el Cristo). Y le trajo a Jesús” (Juan 1:39-42). De igual forma, la esperanza es que eso que buscamos o queremos le acarree un beneficio a los demás, no solo a nosotros mismos. Lo mejor que podemos hacer por otro —dijo Benjamin Disraeli— no es solo compartir con él o con ella nuestras riquezas (que no necesariamente tienen que ser materiales, todo dependerá del contexto), sino mostrarle las suyas.