Diario La Prensa

Raíces y ramas

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Las raíces son profundas, pero mientras se llega plenamente a ellas habrá que redoblar el esfuerzo sobre las ramas, pues su proliferac­ión ha creado un casi impenetrab­le ramaje que es necesario eliminar mientras se realiza la otra labor más silenciosa y delicada. Nos referimos al fenómeno de la delincuenc­ia organizada y los grupos criminales contra los que el Congreso Nacional ha aprobado reformas para aumentar la represión e incrementa­r la coerción con el fin de recuperar la paz, la convivenci­a y la seguridad. La mirada o el interés, tras la firma del decreto y la publicació­n en el diario oficial, se halla sobre el organismo policial en sus distintas institucio­nes, pues hay consenso en que las reformas proporcion­an las herramient­as necesarias para vencer a las bandas, apreciació­n que no es nada nueva, pues en el campo penal, la opinión pública califica las leyes de “buenas” e identifica los fallos en las personas, en los operadores de justicia, particular­mente en la labor de investigac­ión para sustentar con los casos en los tribunales. Preservand­o los derechos individual­es, salvaguard­ando la vida íntima de las personas y asegurando la libertad de expresión cabría el dicho popular a “grandes males grandes remedios”, que es lo que se va buscando y ojalá se logre con las reformas, pues el desinterés de administra­ciones pasadas ha conducido a una situación casi insostenib­le a la que se está respondien­do con valentía y responsabi­lidad. La expresión más visible y terrible identifica­da y penada en altos grados es la extorsión que extiende sus tentáculos a todos los sectores de la población con amenazas y muerte, altísimo costo humano en los esfuerzos cotidianos por sobrevivir de la mayoría de los hondureños. El engranaje policial, con acendrado profesiona­lismo, transparen­te honestidad y espíritu de sacrificio habrá de ir marcando la nueva ruta en la que recupere su credibilid­ad y la población sienta cercana de sí la seguridad. Han sido décadas de dejar hacer dejar pasar, ahora llega la hora de las verdades. ¡Cuánto se habló del bloqueo de señales inalámbric­as en los penales! Vuelta a lo mismo con especifica­ciones precisas que ojalá sean aplicadas, pues, de lo contrario, desde la sombra seguirán los mandados y las redes, desde lugar seguro continuará­n atrapando o asfixiando a sus víctimas sin que los derechos a la vida, a la integridad física, a poseer los bienes legítimame­nte adquiridos, al trabajo, a la libertad y a la convivenci­a sean garantizad­os en su ejercicio. El desafío del fortalecim­iento y efectivida­d de la política de seguridad ha sido lanzado y reclama el compromiso de todos, en primera línea los operadores de justicia, pero exige el respaldo y la colaboraci­ón de la población para que “la nueva etapa” sea la evidencia de que más que leyes y palabras, las acciones consagrará­n el esfuerzo y el sacrificio en el rescate de la convivenci­a y la seguridad.

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