parque infantil y hasta barbería tienen mareros en támara
No pagan luz, no pagan agua, tampoco impuestos. Sin embargo, viven como si estuvieran en sus casas en la Penitenciaría Nacional de Támara. A los reclusos de la MS-13 y 18 no les falta nada en los módulos. Tienen desde camas hasta dinero para derrochar y darse lujos, como gruesas cadenas de oro, conocidas como “blin blin”, con dijes del número 18 o MS-13. Los mareros, que teóricamente pagan las penas en esta cárcel, no sufren calor en verano. Los dos módulos cuentan con aires acondicionados, y en cada cuarto, donde viven dos reclusos, poseen ventiladores. Los mareros cuentan, por ejemplo, con una barbería con todos los instrumentos y en mejores condiciones que cualquier negocio de un barrio populoso de San Pedro Sula. La barbería, con total iluminación, posee dos sillas, dos barberos, mueble de seis gavetas para guardar las tijeras, gelatinas y otros productos cosméticos. El suelo siempre permanece limpio porque el piso es de cerámica comprada con el dinero recolectado de la extorsión. Afuera, en el recinto, cuentan con una pequeña sala con juegos infantiles para que sus hijos, los días de visita, puedan distraerse todo el día, mientras sus mujeres los acompañan en las celdas, es decir en los cuartos, que no tienen barrotes sino que cortinas de tela. Cerca de allí tienen una pequeña máquina para hacer “popcorn”. Esta es conectada a un enchufe en el cual conectan los cargadores de los teléfonos celulares que, por regla, deben esconder cuando llegan desconocidos o representantes de cualquier autoridad del Estado de Honduras. En cada celda, también, hay televisores, algunos son plasmas, los servicios sanitarios siempre están limpios y dotados de papel higiénico, como si fuera un pequeño hotel. Los pandilleros pueden ejercitarse. Estos tienen una cancha de concreto para jugar fútbol o practicar baloncesto. En los alrededores, hay zonas con mesas y asientos para sus momentos de esparcimiento y atender a las visitas. “En este mundo, esos son lujos y todos los lujos que tienen los mareros son comprados con el dinero que le quitan a los buseros, taxistas y comerciantes por medio de la extorsión”, dijo un exintegrante de una clica que operaba en una de las colonias de Tegucigalpa. Los mareros que están en la Penitenciaría Nacional de Támara viven en mejores condiciones que los pandilleros de esas organizaciones que ejecutan los actos delictivos en las calles capitalinas. Sin considerar a los grandes líderes, estos viven en condiciones precarias, en cuarterías, donde no tienen, en la mayoría de los casos, aires acondicionados. Un exmarero entrevistado por LA PRENSA explicó que el sistema de las maras “es esclavizante”, pues consiste en utilizar y explotar a los que aspiran ser líderes para que los pode-