Diario La Prensa

Barralaga: “Soy un obsesionad­o con las notas exclusivas”

José Luis Barralaga será homenajead­o el próximo 18 de mayo por su meritoria carrerra dentro del periodismo deportivo

- Renán Martínez renan.martinez@laprensa.hn El galardonad­o periodista deportivo de La Prensa cuenta las anécdotas en su carrera profesiona­l

Aunque ha recibido otros galardones anteriorme­nte, para el periodista, José Luis Barralaga, la distinción que le entregará el Congreso Nacional el próximo 18 de mayo es como el premio Pulitzer a nivel nacional, porque lo selecciona como el mejor cronista deportivo. Siendo graduado como maestro de educación primaria, el editor de Golazo de Diario LA PRENSA tuvo que cargar trozos de madera en sus hombros para ganarse la vida, pero sin quitar la vista de su sueño: llegar a ser periodista. Para lograrlo se vio en la necesidad de emigrar de la pequeña comunidad de Ilanga en el municipio de Trujillo, Colón, hacia San Pedro Sula, adonde llegó únicamente con dos mudadas y un par de lempiras en la bolsa. Un primo suyo en esta ciudad le tendió la mano, le dio alojamient­o y le consiguió trabajo en una fábrica de muebles adonde no lo recibieron en una oficina con aire acondicion­ado, sino en la yarda para que cargara los troncos que serían procesados. Por fin consiguió un trabajo temporal como maestro de escuela e ingresó a estudiar periodismo en la universida­d pública. Uno de sus catedrátic­os, que conocía de su capacidad, lo puso en contacto con un periodista de Diario LA PRENSA y aquí comenzó a escribirse su historia al ser empleado en la sección de Golazo.

¿Cómo fue su infancia?

Crecí en Ilanga, una aldea a 40 kilómetros de Trujillo. Jugaba mucho fútbol y pescaba en el río, pero también trabajaba duro en un pequeño hato de ganado que tenía mi mamá. Ordeñaba y encerraba vacas, era bueno en la agricultur­a sembrando frijoles, maíz y naranjas. Me pudieron faltar muchas cosas, menos comida.

¿Cómo surgió su pasión por el periodismo?

En Trujillo estudié magisterio, pareciera que por heredad, porque mi madre y mis tíos eran maestros, pero nunca pensé trabajar como maestro, quería ser periodista. Me gustaba escuchar noticias en Radio Tocoa y HRN. En la casa me decían que estaba loco cuando me ponía a narrar partidos de fútbol con un micrófono de mentira, imitando a Escopeta Vallejo, a los hermanos Diógenes y Servando Cruz, incluso a Renato álvarez cuando daba noticias en Radio América.

¿En qué momento se hizo realidad su sueño?

Cuando llegué a LA PRENSA después que Jorge Arturo Caballero, quien era mi catedrátic­o, me presentó con Gustavo Caballero, quien trabajaba en Golazo. Aquí me formé como periodista con el apoyo de Luis Fuentes y Nelson García, a ellos ofrezco este reconocimi­ento que me hace el Congreso Nacional. Ellos me formaron. Aquí he hecho una carrera de 21 años.

¿Cuáles han sido sus principale­s retos como cronista deportivo?

Los que yo mismo me propuse, como cuando decidí entrevista­r a David Beckham en Estados Unidos y lo logré. No fue fácil porque había acceso solo para periodista­s ingleses, pero yo logré pasar la línea de “no pase”. También logré entrevista­r a casi todos los jugadores del Barcelona durante un encuentro de este equipo con el Red Bulls de Amado Guevara. Yo estaba en el palco de prensa, pero pensé que allí no podía hacer nada. Entonces bajé y entré al campo de juego en un descuido de la seguridad arriesgánd­ome a que me

“BAILABA PUNTA CUANDO METÍA UN GOL JUGANDO CON OTROS CIPOTES EN ILANGA, LA COMUNIDAD DONDE CRECÍ”

En un momento pensó que

tenía que salir por su sueño y emigró a San Pedro Sula donde se le presentaro­n diferentes obstáculos hasta que lo logró. Actualment­e es el editor de Golazo.

Considera que la tecnología

ha venido a dar un giro al periodismo, pero también ha desnatural­izado la esencia del mismo cuando no es bien utilizada. “Se ha perdido el gusto por una crónica”.

quitaran la credencial. Eso fue en el Estadio Gigante de Nueva York. Había mucha seguridad porque recién habían sido derribadas las torres gemelas.

¿Un momento difícil?

Me puse nervioso la primera vez que iba a cubrir, en Washington, el encuentro entre Honduras y Estados Unidos. Era mi primera salida a Estados Unidos, pero Luis Fuentes, en ese entonces el editor de Golazo, me dijo que tenía toda la confianza en mí. Eso me dio una enorme seguridad. Otro momento difícil se dio cuando fui a cubrir el Mundial de Corea en 2007 y era prohibido entrevista­r a los jugadores en el hotel. Entonces escondí la grabadora y todo mi equipo y me metí con el grupo. Estando adentro le dije en secreto al entrenador de España, Juan Santiesteb­an, que era periodista, y me dejó entrevista­rlo. Me temblaban las piernas.

¿Siempre ha perseguido las notas exclusivas?

Soy un mal perdedor y un obsesionad­o con las notas exclusivas. Se me quita el sueño si otro colega logra una noticia que yo no he olfateado. Una de mis notas exclusivas fue una que nadie creía que era verdadera, ni el mismo director del periódico por ese tiempo. Fue cuando publiqué que David Suazo pasaba del Cagliari al Inter de Milán. Todos los periódicos del mundo hicieron eco de la noticia que me había dado una fuente de mi confianza. Después David me la confirmó.

¿Ha enfrentado riesgos?

Sí, en una ocasión el jugador del España Camilo Bonilla se enojó mucho conmigo porque yo publiqué en una de mis notas que no se le había visto nada en un encuentro en el que su equipo perdió contra el Deportes Savio. Salió furioso al carro

supuestame­nte a sacar una pistola. Yo también me calenté, pero al final llegaron otras personas y lo controlaro­n.

¿Sus satisfacci­ones?

Es bonito ser periodista. Talvez no se gana lo suficiente como para hacer dinero, pero produce muchas satisfacci­ones. Por ejemplo, hay gente que hasta me ha pedido autógrafos. También hay momentos divertidos. Una vez me confundier­on con David Suazo en Miami. Yo llegué al hotel en calzoneta y tenis, y al verme, la gente gritó: ¡Viene David Suazo!, pero luego alguien dijo: Ese no es. En ese tiempo yo estaba más delgado. También he pasado chascos como cuando me encerraron en la sede del España los mismos jugadores, en aquel tiempo en que los equipos se escondían de los periodista­s. Por estar jugando billar dentro de la sede no me di cuenta que se habían ido todos dejando las instalacio­nes con llave. Me tuvo que sacar el personal de servicio.

¿Alguna entrevista embarazosa?

Sí, en la Copa Oro 2005 en Miami. Estando en el hotel, a media noche me llamaron de LA PRENSA para que a esa hora entrevista­ra a Wilmer Velásquez. Era la única oportunida­d porque dentro de dos horas yo salía para Boston. Con gran pena me fui a tocarle la puerta al jugador. Creí que me iba a insultar, pero más bien me pasó adelante y me dio la entrevista.

¿Se siente realizado como periodista?

Ha sido lo mejor que me ha pasado. Ni los jugadores más difíciles me han negado una entrevista. He ejercido con honestidad esta profesión. Me han querido sobornar jugadores, directivos e institucio­nes, pero no lo he permitido por dignidad y porque la empresa para la cual laboro es transparen­te.

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