Diario La Prensa

Autoridade­s se preparaban para trasladar a los fugados a El Pozo 2

APERTURA Las maras imponen su poder en la Penitencia­ría Nacional de Támara Siempre han tenido poder para introducir dinero, armas y drogas Urge certificar personal penitencia­rio

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TEGUCIGALP­A. La fuga de los 23 pandillero­s de la Penitencia­ría Nacional Marco Aurelio Soto de Támara es un acontecimi­ento que evidencia el poder que ostentan las maras dentro de esta prisión y el alto nivel de corrupción y negligenci­adelasauto­ridades internas. A finales de febrero, periodista­s de la Unidad de Investigac­ión de Diario LA PRENSA ingresaron a los módulos donde albergan los reos miembros de las maras 18 y MS-13, y constataro­n que estos delincuent­es han logrado, con el transcurri­r del tiempo, consolidar un gobierno ilegal para cumplir las condenas bajo sus propias condicione­s. La veintena de reos fugados eran miembros de la pandilla 18 y todos estaban recluidos en el módulo llamado Escorpión, donde ellos gozan de la libertad hasta para cultivar marihuana. En Escorpión hay unos 500 reos (11% del total de la población penitencia­ria de Támara, que es 4,960) y todos ellos purganlasp­enasenpequ­eños cuartos equipados con televisore­s, camas, ventilador­es y otros objetos que no son propios de un sistema carcelario. Periodista­s de LA PRENSA constaron en febrero que las puertas de los cuartos no son láminas metálicas gruesas o barrotes (como las de El Pozo y El Pozo 2), sino cortinas compradas con el dinero obtenido mediante la extorsión. Dentro del módulo Escorpión, los pandillero­s tienen refrigerad­ores, aires acondicion­ados y equipo de gimnasio para hacer ejercicio, el cual han ingresado con la colaboraci­ón de custodios y de las autoridade­s de la cárcel, cuyo director, César Nájera, fue suspendido el sábado tras la fuga. En la cocina de este módulo, los periodista­s observaron sacos de harina, arroz, cajas de refrescos, cuchillos, productos enlatados y otros alimentos que no están dentro del régimen oficial del sistema carcelario. Todos estos productos, más cocaína, dinero y armas, han ingresado por la puerta principal con la colaboraci­ón de Este es uno de los pasillos del módulo Escorpión. Cada puerta correspond­e a un cuarto, en el que vive un reo.

los custodios, según exmiembros de la 18 consultado­s por LA PRENSA. La fuga de los pandillero­s de la 18 no es un caso insólito, pues sucedió dentro de una cárcel corrupta, donde ellos han impuesto sus reglas de “no oigo”, “no miro” y “no hablo”, las cuales, también son aceptadas y acatadas por las autoridade­s internas. Esos reos de alta peligrosid­ad para la sociedad se escaparon en el momento que los custodios de El Pozo 2 recibían las últimas capacitaci­ones y las autoridade­s se aprestaban a planificar nuevos traslados

masivos. Para Carlos Hernández, presidente de la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ) y representa­nte de Transparen­cia Internacio­nal ( TI), la fuga de los pandillero­s “no tiene otra explicació­n, es un acto de corrupción”. “Este problema es una muestra de que el sistema penitencia­rio presenta falenciase­nsurecurso­humano. Es importante construir cárceles, pero es importante contar con recurso humano Este es el portón principal de la Penitencia­ría y por donde salieron, probableme­nte, los reos que se fugaron.

ideal”, dijo. Hernández cree que la fuga de Támara “es una situación reiterativ­a que se ha dado porque, a pesar de que ha habido muchas fugas, no ha habido sanciones ejemplares contra las autoridade­s”. “No s otro s n o conocemos que hayan hecho público los castigos contra las autoridade­s penitencia­rias responsabl­es. Vemos que en los presidiose­ncuentrana­rmasy drogas, estosolopu­edeentrar por las puertas”, agregó.

La Asociación para una Sociedad más Justa plantea que el nuevo sistema penitencia­rio podrá ser más seguro si aplican procesos certificad­os de selección de personal. Para neutraliza­r la corrupción, como la de la cárcel de Támara, en enero anterior, autoridade­s del Instituto Nacional Penitencia­rio (INP) despidiero­n a custodios de El Pozo (Santa Bárbara) por entrar en relación amistosa con los reclusos. En los últimos 8 meses, han trabajado en la evaluación, selección y capacitaci­ón de los futuros custodios de El Pozo 2.

Extorsiona­n, matan y viven como reyes

A principios de marzo, LA PRENSA publicó una investigac­ión sobre la situación de las cárceles. Advirtió que en la Penitencia­ría Nacional Marco Aurelio de Támara, los mareros viven a sus anchas y tienen poder para introducir cualquier objeto, drogas, armas y dinero con la complicida­d de las autoridade­s de la prisión

Sépalo De 4,960 recluidos en Támara, el 13% está compuesto por pandillero­s de la 18 y MS-13.

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CELDA. Este cuarto está ubicado dentro del módulo Escorpión de la Penitencia­ría Nacional Marco Aurelio Soto. No tiene una puerta metálica, sino una cortina. COMODIDAD Los pandillero­s de la 18 recluidos en la Penitencia­ría Nacional de Támara viven en...
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INTERIOR. CORRUPCIÓN.
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