El Merendón
Desde hace unos días leo en LA PRENSA sobre El Merendón, incluso, el sábado pasado había un artículo de opinión sobre ese tema. Perdón por la sinceridad, pero son muchas palabras que necesitan algo más, no me refiero al terreno de los hechos, sino al de la información, puesto que leí que la ley, aquella sabia legislación de los años noventa del siglo pasado, me acuerdo porque yo tengo ya algunos años, fue reformada para elevar la cota, el límite, con una iniciativa de ley introducida en el Congreso. Bueno, será para los sampedranos recordar, por el periódico, a los progenitores de tal iniciativa. Yo mismo no recuerdo, pues, supongo, ello se haría por la puerta trasera. Es solo suposición mía. Pero no sea que esos mismos a los que alude el diario sin identificar estén nuevamente en las listas de elección popular para el último domingo de noviembre. Lo que sí quisiera resaltar, como lo hace la autora del artículo del sábado, es lo de la responsabilidad de todos, de las autoridades municipales también, de defen- der el ambiente y más en esta ciudad para la que sus fuentes de agua que se hallan en El Merendón lleguen superficialmente o se almacenen naturalmente en los acuíferos. Seguir escalando El Merendón será ir colocando la soga al cuello de la población sampedrana, la cual, como se ha dicho ya algunas veces, habrá de ir a por agua al Chamelecón, no al contaminado que pasa por la ciudad, sino en la cuenca alta, o al Ulúa. Y eso vendrá a ser como el tratamiento de las aguas negras que no se hizo cuando se debió hacer y ahora salen con una millonada que, como nos dejemos los sampedranos, nos cae encima. El Merendón es garantía de ciudad habitable, por tanto, todo lo que vaya directa o indirectamente contra él será el juicio de los sampedranos, pues sin agua no habrá vida y tendremos un “Mico Quemado” más o réplica de los cerros de la capital en el verde y productivo Valle de Sula. No lo permitamos. GUSTAVO RUIZ A.