“LAS ALONDRAS”, MUJERES SICARIAS Y JEFAS EN LA MARA
Las capturas realizadas por las autoridades hondureñas en los últimos años han evidenciado que cada vez más féminas alcanzan puestos de mando en las maras
La Policía ha capturado a más de 300 pandilleras por extorsión, de las que 77 son de alta peligrosidad
A una sola pandillera se le supone responsable de haber ordenado por lo menos 17 muertes en Honduras
En las maras hay féminas que son más violentas que ciertos hombres, afirman autoridades del país
Aunque en las maras la gran mayoría de cabecillas son hombres, cada vez hay más mujeresdedicadasalsicariato, extorsióneincluso algunas tienen puestos de mando dentro de estos grupos criminales. Autoridades hondureñas revelan que en las pandillas han surgido “Las Alondras”, pandilleras que alcanzan el mayor rango que se otorga a las mujeres en las maras. “Las Alondras” tienen autoridad para extorsionar, coordinar acciones, hacer trámites en nombre de la mara y comprar logística, como armas y alimentos. “Hay pandilleras igual o más violentas que algunos hombres y por eso ganan voz de mando. Algunos les dicen alondras, tiburonas o solo jefas”, dijo un agente de la Agencia Técnica de Investigación (Atic), quien por seguridad pidió omitir su identidad. Es tanto el nivel de peligrosidad que han alcanzado algunas pandilleras que en mayo de este año más de 70 mareras del presidio de San Pedro Sula fueron trasladadas a la Penitenciaría Nacional Femenina de Adaptación Social (PNFAS) de Támara.
Sanguinarias. Documentos del Ministerio Público recopilan los casos de algunas pandilleras consideradas en los últimos años entre las más peligrosas del país y que han tenido puestos de liderazgo en las maras. Quizá la mujer más sanguinaria capturada en los últimos años en Honduras sea Amarjit Pabla, alias la Chucky, a quien las autoridades acusan por la muerte de al menos 17 personas. Ella es ciudadana estadounidense pero de madre hondureña y se unió a la pandilla 18 en Los ángeles, Estados Unidos. Luego viajó a Honduras, donde se hizo pareja de Cristian Cálix, alias Little Sam, cabecilla de la pandilla 18 en la capital, detenido en diciembre de 2015. Tras esa captura, la Chucky asumió posición de mando y, según las autoridades, ordenó cometer dos masacres en las que fallecieron 17 personas. Una de las matanzas supuestamente ordenada por la Chucky fue el 12 de febrero de 2016 en Hato de Enmedio en Tegucigalpa, donde mataron a tiros a cinco jóvenes. La otra masacre que habría ordenado Pabla ocurrió en marzo del año pasado en la colonia Primero de Diciembre, donde acribillaron a 12 personas en un billar de la capital hondureña.
Más “alondras”. Otro caso que conmocionó fue el de Ana Chanelly Córdoba Bonilla, la China, quien se hacía llamar jefa de jefes en la pandilla 18. Está acusada de matar a sangre fría a
un transportista en La Ceiba, hecho grabado en video. Por el crimen la capturaron en abril de 2016. Además, se investiga a la China por varios otros asesinatos. Por su parte, Marta Mariela Contreras Chinchilla, alias Marielos, era la líder de la pandilla 18 en la colonia Planeta de La Lima, Cortés, y se le capturó en abril del año pasado por extorsionaratransportistasymicroempresarios sampedranos. Era exmujer de Nahún Méndez, Tacoma, supuesto cabecilla a nivel nacional de la pandilla 18. Entre las mujeres líderes en las maras está Karen Vanesa Alfaro Mejía, alias la Sheyri, quien alcanzó el puesto de cabecilla de la pandilla 18 con el rango de “alondra”, el más alto para una mujer en las maras. Fue detenida en febrero de 2015 en Tegucigalpa por extorsión y robo de vehículos y tiene antecedentes penales por asociación ilícita, uso indebido de uniformes e insignias policiales.
Cruda realidad. Una expandillera hondureña llamada Brenda accedió a contar sus vivencias en la pandilla .“Al principio son como tus hermanos, te ofrecen el cariño que te falta de otras personas cercanas, realmente te sientes muy bien recibida”, dijo a LA PRENSA. Ella estaba casada con otro integrante de la mara, quien luego quiso abandonar el grupo criminal. “Las reglas de la mara me obligaban a matar a mi marido cuando quiso abandonar la pandilla”, contó en un testimonio hecho público por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en Honduras. Hasta hace poco, ella aún vivía en el país, pero huyó con su esposo e hijos por temor a ser víctima de una represalia por parte de pandillas.