No era noche tormentosa
LA FELICIDADDE EJECUTIVOS LLEGA AL EXTREMO CUANDO EL APAGÓN COINCIDE CON UN PARTIDO DE FÚTBOL
No había truenos ni centellas, es más, ni siquiera era de noche todavía, apenas eran las seis y pico de la tarde cuando, delanada, unenormeárbol que adornaba la entrada de la colonia donde vivo, cayó al suelo mortal mente herido, llevándose consigo todos los cables y alambres que encontró as upa soy bloqueando la pasada de autos, camiones y hasta (¡ bendición !) motocicletas. Después del impacto inicial lentamente, como si fueran los sobrevivientes de una guerra nuclear que salen de sus refugios, los vecinos empezaron a asomara la calle. El incidente, con todo y la in comodidad, me sirvió para conocer algo más sobre la mentalidadhumana. Por la hora (6:37 delatar de) usted pensaría que todos estaban apunto decenary, porlotanto, debíanvestir las mismas ropa sutilizadas durante el día. Pero no fue así, sorprendente mente todos estaban en ropa de dormir. Siendo la única explicación posibleque, apenassefuelaluz, corrieron a cambiar sepa radar más ambiente de tragedia a los inevitables y abundantes reportajes noticiosos que seguramente vendrían. Paranodesentonar, meviobligado a regresar y ponerme mis pijamas ycalzarpantuflas. Así, vestidotipo catástrofe, salíalacalle. Notéque también todos, absolutamente todos, portaban linternas de mano, cosa a la que nos han obligado las constantes fallas en el servicio eléctrico. Algunos, inclusive, tenían envidiables focos“de minero ”, de esos que se colocan sobre la cabeza y lanzan desde la frente un rayo parecido a los dela película Guardianes de la Galaxia y que incluí mentalmente en una futura lista de compras… tengo que tener uno de esos. Las teorías de los vecinos sobre la causa de lo ocurrido iban desde “los babosos cortaron primero las raíces !” hasta“era un árbol viejo y ya tenía que caer ”, sin faltar el con sabido “yoselosdije” y, comosiempre, la teoría de la conspiración representada por un“hay algo extraño en todo esto”. Algún tiempo después llegaron los de la compañía eléctrica, cuyo jefe parecía furioso desde antes de bajarsed el auto. Sospecho que su bravura sedebíaaque, al menos por esta vez, no eran ellos quienes habían cortado laluz. Yo siempre he tenido el criterio–muy personal–que los ejecutivos de esa empresa no se van ala cama felices sino queman al menos unos veinte televisores y otro tanto de refri ge- radorasaldía, ademásdelgustode dejaren la“oscura na” a decenas de milesdepersonas. Lafelicidadllega al extremo cuando el apagón coincide con un importante partido de fútbol. Los comentarios entre los vecinos estaban dirigidos en ese momento a cuánto tiempo tomaría reparar el daño. El de la eléctrica demostró su autoridad con un tajante“no lo sabemos, tenemos muchas otras emergencias que atender ”, continuando luego su papel de experto frente a algunas muchachas del vecindario. Nosotros, ignorantes mortales, tuvimos que concentrarnos en filosofar: Van a hacer leña del árbol caído–dijo alguien–lo cual me pareció correcto. ¿Qué otra cosa se puede hacer con unárbolcaído? Bueno, quizádejarlo tirado en la calle y con eso quitar les el eterno placer de molestara los conductor esa los que abren zanjas ynuncalascierran. Cuandopasóla novedad, los vecinos emprendieron el regreso a sus hogares. Creo que las dos preocupaciones más importantes fueron :2) Me perderé la novela y, en primer lugar y con enorme ventaja :¿ cómo hacer para cargar los celulares? Nota: Existen registrada sal menos 32 mil novelas que empiezan con la frase :“Era una noche tormentosa ”.