Los jubilados y el IHSS
He seguido en los últimos días las publicaciones sobre la integración de los maestros jubilados al Instituto Hondureño de Seguridad Social, así como el editorial publicado en LA PRENSA. El derecho de las personas a la salud hasta el último día de sus vidas es innegable y es hora de que se haga conciencia en los ciudadanos de que en la juventud o siendo adulto, si no es un accidente o algo especial, pasarán años cotizando a la Seguridad Social, por eso se llama Social, solidaridad, sin necesidad de acudir a sus servicios. Pero quienes a veces protestan de que pagan y no lo necesitan se olvidan que con la tercera edad o antes llegan la enfermedades en cadena o, más exacto, no nos abandonan. Por eso resultaba absurdo que los maestros tuvieran la atención del Seguro mientras trabajaban y quedasen desprotegidos al jubilarse. Sin embargo, por decreto no se arreglan las cosas sino que serán necesarias medidas urgentes para recibir a los miles y miles de jubilados que, desde el primer día, re- currirán a la atención del Seguro. La ampliación de la infraestructura es una necesidad: recepción, consulta externa, emergencia y laboratorios están a punto de colapsar no solo por carencia de material y medicamentos, sino por el agotamiento del personal que dispensa atención directa. No me refiero a los que se hallan en la segunda planta confortablemente instalados. Atiendan a los jubilados, pero amplíen las instalaciones, adquieran más equipo, surtan de medicamentos las famarcias, contraten más personal no del color del partido y cumplan con aquellos empleados que laboran en el Seguro desde hace 40 años. Ellos también son víctimas del saqueo, pues se les niega su retiro. Ojalá que la alegría por el decreto no se convierta en decepción y protesta porque la ilusión se esfumó en la primera consulta, cuatro meses después, al especialista, cuyas recetas están en casa a la espera del “hay” y la operación quirúrgica hace fila.