Una fría cifra
Durante el año pasado, 31 periodistas fueron asesinados en América Latina, una cifra que por sí sola expone la difícil situación por la cual atraviesa la libertad de prensa en el continente. Este dramático escenario se explica por la falta de mecanismos de protección o por sus deficiencias, pero, sobre todo, por el alarmante grado de violencia, corrupción e impunidad que se vive en la región. América Latina se ha convertido en una de las zonas más peligrosas del mundo para el ejercicio de la profesión periodística por la presencia del crimen organizado, más en unos países que en otros. En 2016, México sufrió 13 asesinatos, le siguieron Guatemala (8), Brasil (4) y Honduras (3), completando la lista están Venezuela, Perú y El Salvador, con un asesinato cada uno. Todo parece indicar que las cifras se incrementarán al finalizar este año. Ninguno de los países se encuentra en una guerra tradicional, no obstante, padecen una fuerte violencia relacionada con la presencia de los cárteles de droga y las pandillas, principalmente en México y América Central. En la mayoría de los casos registrados de periodistas asesinados se desconoce con exactitud cuál fue el móvil del crimen. A menudo las investigaciones se estancan o se ven obstaculizadas. En los últimos años, en Honduras el periodismo se ha convertido en una profesión de alto riesgo, que pone en peligro no solo la vida de los comunicadores, sino también las de sus familias. El 80% de los asesinatos de periodistas de 2003 a la fecha han quedado en la impunidad por falta de investigación o conclusión del caso. Desde esa fecha han perdido la vida alrededor de 70 periodistas en Honduras. El respeto a la vida no puede ser una fría cifra.