¿Y la familia?
Al momento de escribir esta columna editorial no se conocía la decisión del aadmin istración Trump sobre el Esta tus de Protección Tempora l(TPS), entorno al cual se dispararon las especulaciones y aumenta ron ala enésima potencial a inquietud y la zozobra de miles de familias que sienten la amenaza de la división, de la desintegración por orden de quienes debieran ser los primeros en protegerla célula primigenia de la sociedad en la que se van formando las nuevas generaciones; el cordón umbilical se corta, perola riqueza de la herencia, anterior incluso al nacimiento, esa, no, ni llega de instituciones colectivas, pues “tener personas a quien amar se llama familia”. En los análisis sobre las consecuencias de la eliminación del programa, las autoridades hacen énfasis en el campo monetario, en la caída delas remesasen perjuicio de las reservas internacionales para pagar las importaciones o responde ralos créditos, también el daño re caerá directamente en los familiares en nuestro país, pues esa ellos a quienes se remiten los recursos que bien empleados ayudan a sobrevivir. La sacudida, no tan inmediata, se sentirá en el mundo laboral, donde las oportunidades no son suficientes para la demanda, sobretodo de quienes llegan por primera vez al mercado laboral. Muy importante las consideraciones económicas, financiera sylab orales, pero se ha dejado de lado la consecuencia en la unidad e integración familiar, puesto que las prioridades las impone la economía, el tener más que el ser, el consumo sin apelación o uso de la razón. En la aplicación de una ley, con re carga para un solo lado, pesan más las exigencias ideológicas que el derecho de los seres humanos a proteger y protegerse en un grupo original, la familia, hacia la cual, como lugar seguro adonde ir, llamamos hogar. Este recinto con el que desde el primer momento se identifica todo ser humano es el que, por razones sinrazón, desaparece con la letra de la ley. Según las estadísticas, cerca de 54 mil hijos, muchos de pocos años, serán desarraigados de su hogar y entrega dos a instituciones federal eso estatales para su atención. Ya no es el hogar ni la familia, sino empleados con órdenes de arriba y sin el reclamo de la “sangre ”. Soloen Texas sobrepasan los once mil los hijos d eh on dureños nacidos durante la vigencia del TPS. “Tener un lugar adonde ir, se llama hogar, tener personas aquiena mar, sellama familia, y tene rambas, sellama bendición ”, recordaba el papa Francisco. Sus palabras no tienen eco en la Casa Blanca ni en la Secreta ría de Estado y falta, en este momento, la decisión de Seguridad Nacional, que por los antecedentes inmediatos arrebatará el lugar a donde ir y alejar á alas personas quesea man .¡ Ejecút ese!