Ojos que ven...
L a sabiduría popular enseña que “ojos que no ven, corazón que no siente”, sobre lo cual hay múltiples, variadas y contradictorias explicaciones, pero al referirnos a los ojos que no solo verán, sino que mirarán el comportamiento de los hondureños en la jornada electoral concluiremos que sentirán y vivirán la fiesta cívica y democrática, en la que los votantes sabremos ejercer nuestro derecho y cumplir nuestro deber, como actitud y voluntad determinante en el progreso de nuestro país y el mejoramiento en la calidad de vida de cada uno de los hondureños. Pocas veces, el interés por acompañar y observar las elecciones había sido tan patente, de manera que muchos organismos e instituciones tienen ya listo todo su personal para el desplazamiento a la central, desde donde se dirigirán las votaciones, y a los centros electorales; serán miles los ojos que observen y, por tanto, los corazones que sientan. Pareciera contradecir el dicho, pero habría que inventar, medio plagiar o aludir a él para convertir el refrán en este otro: ojos que ven, engaño, trampa o manipulación que previenen, por eso desde el principio fue calificada de gran ayuda para la credibilidad interna e internacional la presencia de personas, ajenas al proceso, pero interesadas en su transparencia, acceso, universalidad y libertad. El Tribunal Supremo Electoral identificó a unas sesenta organizaciones que se han acreditado para distribuir su personal en los lugares de votación y para asuntos como el financiamiento de la campaña, la tecnología, la organización con inclusión del voto en el exterior, en concreto en la Unión Americana, donde llegaron ya 25 maletas con todo el material electoral. Como la delincuencia va con paso adelante, el TSE dispone de chalecos especiales para los observadores, que serán dotados además de credenciales entregadas solamente a quienes representen organizaciones, no a delegados de partido y mucho menos a activistas. Hay que hilar muy fino, y aún así y todo escapará alguna hebra, pero sin duda con la derrota del abstencionismo por parte de todos, como primer triunfo, se abrirá la puerta a los próximos cuatro años, en los cuales la paz, la convivencia, el progreso y la libertad no solo contribuirán al optimismo en los hondureños de hoy, sino que habrá más esperanza fundamentada para una mejor vida en las próximas generaciones.