Diario La Prensa

La lección

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Algunos, más pesimistas, expresaron tras la jornada electoral, ¡qué alivio!, pero la mayoría de los hondureños seguirá todavía saboreando el ¡qué orgullo! Completo, para los electores que fueron fiel, ordenada y transparen­temente acompañado­s de los integrante­s de las mesas de votación, de los vigilantes de mesas y los observador­es, nacionales y del exterior. Un día memorable en que se deben fijar los elegidos que reciben un mandato claro para gobernar para todos los hondureños y con todos, sin discrimina­ción ni exclusión, para evitar los errores del pasado y aprovechar cuanto se ha hecho para mejorarlo. Daba gusto acudir a los centros de votación donde como excepción, como recuerdo también de cada cuatro años, la impuntuali­dad, muy común entre nosotros, estuvo presente en algunas mesas, pero los contratiem­pos fueron resueltos prontament­e y todo transcurri­ó con la absoluta normalidad de quienes saben y quieren que ese día, el último domingo de noviembre, sea el de los electores sin intromisio­nes de dirigentes y políticos activistas que ya tuvieron su tiempo antes de la ubicación y uso de las urnas. Y así ocurrió el domingo, falta conocer definitiva­mente el porcentaje de asistencia, pero quienes llegaron a votar y quienes se abstuviero­n dieron lección de civismo que ojalá aprendan quienes llegan a la Presidenci­a y al Congreso. Aquel consejo de tener una “fiesta cívica” fue escuchado, acatado y cumplido por el electorado que llegó a las mesas de votación, primeros votantes, personas de tercera edad y aquellos que en la fila hacían relación de las veces que habían votado, con su decisión clara y voluntad definida de votar por sus candidatos. Unos y otros en conversaci­ón tranquila, pues el día después un lunes, como otros en el año, en que cuesta más ir al colegio, a la escuela a trabajar, porque “los lunes ni las gallinas...”. Ahora, como decíamos en el editorial de ayer, comenzará el período de los hechos: la seguridad, educación, salud, empleo y migración para dar respuestas a las familias hondureñas que esperan vivir en paz en barrios y colonias; ser atendidas y recibir medicinas en los hospitales y centros de salud; disponer de un salario justo con un empleo estable; un sistema educativo, universal e incluyente, con apertura hacia un futuro de vértigo por la velocidad de sus cambios y políticas para disminuir el éxodo y reincorpor­ar a los hondureños que regresan. ¡Aprendan la lección! ¡Cumplan el mandato: Convivenci­a, tolerancia y paz!

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