Bipartidismo roto
Después de más de 100 años de existencia de los partidos Liberal y Nacional hemos observado de primera mano la rotura casi definitiva de ese bipartidismo que gobernó nuestro país a lo largo de su historia reciente. La elección de este domingo ha sido sui géneris por varios motivos: la victoria y elección de Salvador Nasralla, candidato de la Alianza de Oposición, hecho inaudito en la vida política nacional, y por otra parte una reelección ilegal e inconstitucional que buscaba el oficialista y ahora presidente saliente Juan Orlando Hernández. El bipartidismo ha pasado a la historia con la victoria de la Alianza de Oposición, victoria que a su vez ha relegado a un penoso y lejano tercer lugar al Partido Liberal, institución política con 126 años de fundación y que ahora se encuentra literalmente en estado de coma. Subirse al barco de la victoria es lo más fácil, es lo más cómodo decir que se ha participado del triunfo, sin embargo yo no lo haré por ética y honestidad conmigo mismo, no voté por el presidente electo Salvador Nasralla ni por el saliente Juan Orlando Hernández, pero definitivamente que como demócratas hay que respetar la decisión del soberano, quien en las urnas se ha pronunciado claramente. Podemos enumerar muchos factores del declive del bipartidismo: corrupción galopante, impunidad atroz, falta de institucionalidad y respeto a las leyes, señalamientos graves de crimen organizado infiltrado en las esferas de poder, completo olvido de las clases desposeídas que en todos sus gobiernos se hicieron más pobres, en fin, un estado de derecho olvidado y violentado de forma recurrente. Ahora viene un proceso complejo de transición en el cual deberá primar la transparencia y la madurez política para que el nuevo gobierno que debe instalarse el 27 de enero de 2018 lo haga sin contratiempos y según lo manda la constitución de la República. Que Dios bendiga a Honduras.