¡A clases!
El regreso a la escuela marcó el jueves una jornada de alborozo por el reencuentro de amigos y maestros, según lo que reflejaron los medios de comunicación, cuya cobertura fue amplia tanto para presentar las expectativas del nuevo año lectivo como los problemas que se presentan en las tareas pedagógicas en las instalaciones escolares y en los equipos para el mejoramiento de la calidad educativa con “un nuevo sistema educativo nacional”. Así se expresó el recién nombrado ministro de Educación, cuyo desafío exige no tanto novedad cuanto acción desde el primer día para dar seguimiento, renovar y mejorar aquello que ha marcado el quehacer de la Secretaría en los últimos años en los que se recuperó, por fin, el orden en el sistema. Esta conquista cuantitativa, evidenciada en el cumplimiento del calendario escolar, debe acelerar los logros en el campo cualitativo, contenidos y pedagogía, pues la competencia en la sociedad es cada vez mayor y solo quienes estén preparados lograrán su eficaz inserción en ella para bienestar personal, familiar y de la misma sociedad. Más de dos millones de escolares llegan, desde el jueves, a los centros educativos, pero esa presencia para que sea eficiencia exige la participación fundamental de los padres de familia, pues es el hogar la primera escuela en el aprendizaje y socialización de quienes se van abriendo a la vida, de los maestros en quienes la sociedad delega la altísima responsabilidad de formar, no deformar o manipular la inocencia infantil o las indefiniciones juveniles. Que los profesionales sientan el orgullo de escuchar “maestro” cuando los niños de hoy se conviertan en adultos honestos, respetuosos y exitosos en la sociedad. Pero para ello hay que dar a la educación el núcleo de las responsabilidades del Estado, de manera que los avances en la capacitación de los pedagogos se completen con una infraestructura apropiada tanto en la construcción de escuela, como en la reparación de centros escolares, cuyo deterioro llega a poner en peligro la integridad física de alumnos y maestros. Si a ello sumamos el mobiliario y el material educativo tendremos un desafío, no de hoy, sino con un rezago de décadas al que es urgente y necesario dar respuesta. “Vamos a invertir en diez mil aulas tecnolígicas y treinta y cuatro mil computadoras; vamos a capacitar a veinte mil maestros y vamos a revolucionar la educación”, es la promesa del presidente Hernández en la inauguración del año lectivo. También para creer se necesitan hechos, por lo que seguiremos cada uno de los avances en el mundo de la tecnología, indispensable en la educación de las nuevas generaciones.