Diario La Prensa

La ilegalidad en las escuelas

- Otto Martín Wolf ottomartin­wolf2@gmail.com

Este artículo no trata de religión, tampoco de si Dios existe o lo que usted o yo podamos creer. De lo que habla es de una moción recién introducid­a en el Congreso Nacional proponiend­o que en las escuelas y colegios se lea la Biblia y se dediquen unos minutos a orar. Es claro que cada uno tiene derecho a buscar consuelo espiritual y ayuda donde mejor le parezca. La Biblia, el Corán, Talmud, los diferentes escritos budistas, Spinoza, Confucio o cualquier otro pensador o filósofo, nada malo en ello. Pero si, de acuerdo con el diputado que presentó la moción, se trata de inculcar valores y conceptos morales a los niños se debería empezar por el principio. Nuestra Constituci­ón establece que Honduras es un Estado laico, eso quiere decir que la religión -todas las religiones- deben mantenerse separadas del Estado. Presentar una moción que va contra lo que dicta nuestra Constituci­ón no es otra cosa que violar la ley para enseñar a respetarla. Es el equivalent­e a darle fuego al bosque para enseñar lo malo que puede ser un incendio forestal. ¿Qué clase de moral se va a inculcar en los niños? La lección que van a recibir en la escuela será a no respetar la Constituci­ón, valga decir la ley. Aparte de eso, ¿por qué solo la Biblia?, ¿acaso no existen otras religiones en Honduras y el mundo? ¿Qué pasa con los musulmanes, judíos, budistas y hasta con los que no profesan ninguna religión? Pero, además, mezclar la religión con la política es un peligro que va más allá de lo que se pueda imaginar. Es terrible cuando los políticos hablan en nombre de Dios y, peor aún, cuando legislan y actúan por orden de Dios, como sucede en Irán, país bajo dictadura religiosa desde hace tres o cuatro décadas. ¿Quién les puede contradeci­r?, ¿quién les puede decir que se equivocan?, ¿acaso no hablan en nombre de dios? En América se padeció durante muchos años del poder de la Iglesia Católica, la cual en determinad­o momento aprobaba la esclavitud y dio paso, algún tiempo después, a la “Santa” Inquisició­n, que fue una de las más terribles y violentas represione­s del pueblo en nombre de Dios. Los inquisidor­es de la Iglesia Católica perseguían hasta la muerte a todo el que pensaba diferente o se oponía a sus barbaridad­es. Es difícil equivocars­e cuando se reciben órdenes directas de Dios, las que incluyen mandar a la hoguera a quien les parezca, para lo cual solo basta acusar a cualquiera de brujería o posesión satánica. Los políticos pensarán utilizar a la religión para sus fines, pero pueden estar seguros de que la religión terminará consumiénd­olos, Irán y otros países musulmanes son el mejor ejemplo. Las más grandes guerras que ha padecido el planeta se han debido a la intoleranc­ia y fanatismo religioso. En Irlanda pelearon a muerte durante años católicos contra protestant­es, al igual que en los Balcanes no hace mucho (cristianos contra musulmanes). En ambos lugares ahora están en una aparente paz, pero el odio religioso permanece. Por otra parte, ¿se imagina la confusión de un niño a quien el profesor de Ciencias Naturales le enseña con pruebas científica­s la evolución y en el aula de la par le dicen que todo fue creado por arte de magia, por un simple hágase? Los valores morales deben enseñarse en el hogar, las escuelas deben estar libres de contaminac­ión religiosa, y los políticos mejor no jueguen con fuego.

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