Diario La Prensa

Realeza. Nuevos aires para la monarquía

Los ahora duques de Sussex fueron protagonis­tas de una inolvidabl­e boda.

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INGLATERRA. El príncipe Enrique de Inglaterra y la exactriz estadounid­ense Meghan Markle, duques de Sussex, se casaron el sábado en Windsor, en una iglesia de San Jorge llena de celebridad­es, y ante decenas de miles de personas en las calles y millones frente a sus televisore­s en todo el mundo. Los novios, cuyas manos permanecie­ron entrelazad­as durante la mayor parte de la ceremonia, pronunciar­on sus votos matrimonia­les ante el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder espiritual de la Iglesia anglicana. Meghan Markle, de 36 años, lució un sencillo y elegante vestido blanco de seda diseñado por la británica Clare Waight Keller para la casa de alta costura Givenchy, con escote de barco, manga tres cuartos y un velo de cinco metros bordado y sujeto con una tiara de diamantes prestada por la reina Isabel II, abuela del novio. Cuando Enrique, de 33, dijo “I will”, el rugido de emoción de la multitud congregada en el exterior del castillo llegó has- ta la iglesia, provocando risas entre los asistentes. La reina permaneció impasible y los novios estuvieron sonrientes y aparenteme­nte tranquilos. Al acabar la ceremonia, los recién casados se besaron en las escaleras de la iglesia, en el momento más celebrado de un día que unió al país en plena crisis existencia­l por el Brexit. “Fuemaravil­loso, megustótod­o”, explicó a la agencia AFP la británica Elizabeth Chambers, haciendo hincapié en que el enlace del sexto en la línea de sucesión al trono fue “más natural” que anteriores bodas reales.

Toques de mestizaje. La ceremonia tuvo toques del mestizaje que encarna la pareja, como el encendido sermón sobre el amor del obispo estadounid­ense Michael Curry, que concluyó citando al líder negro de los derechos civiles Martin Luther King, o la versión de la canción “Stand By Me”, de otro King, Ben E., a cargo de un coro de góspel. “¡Tenemos que descubrir el amor, el poder redentor del amor! (...) ¡Hermano, hermana, os quiero!”, aseguró el pastor, entre las risitas incrédulas de algunos miembros de la familia real, como la princesa Beatriz, prima del novio.

Gesto de alivio de Markle. La ceremonia concluyó con el “God Save the Queen” (Dios

salve a la reina), el himno británico que la novia estadounid­ense cantó, como hicieron las miles y miles de personas congregada­s en las calles. Luego, la pareja recorrió las calles de Windsor en una carroza Ascot tirada por cuatro caballos grises, como manda la tradición en la familia real. Markle hizo un visible gesto de alivio cuando el carruaje llegaba a su destino, el castillo de Windsor, donde lejos de los ojos de los medios y de la gente se celebró un almuerzo ofrecido por la reina Isabel II. La novedad del almuerzo fue que los platos principale­s se sirvieron en grandes boles, una moda venida de Asia y adoptada por jóvenes aficionado­s a la gastronomí­a como Meghan Markle. En el menú, productos británicos tan tradiciona­les como los langostino­s y el salmón ahumado escoceses, los espárragos de Cotswolds o el jamón curado de Cumbria. Tras la polémica suscitada por la ausencia de su padre Thomas Markle, Meghan recorrió prácticame­nte sola todo el camino hasta el altar y sólo tomó el brazo de su suegro, el príncipe Carlos, casi al final. “Mi niña está hermosa”, dijo el padre de la novia a la web TMZ. Thomas Markle, que vive en México, no viajó por problemas de salud pero también al sentirse avergonzad­o por haberse prestado a posar para unos paparazzi. Al caer la noche, el padre del novio, el príncipe Carlos de Gales, ofreció una fiesta para 200 invitados en Frogmore House, a la que Enrique y Meghan acudieron en un Jaguar azul, con la matrícula E19052018, la fecha del casamiento. Para la ocasión Meg han eligió un vestido blanco de cuello alto sin mangas diseñado por Stella McCartney con un anillo de esmeraldas que perteneció a Diana, la madre del novio. Meghan tenía previsto hablar durante la recepción, otro gesto de modernidad, según los expertos. “Tiene su pro pia voz, supropia personalid­ad, y creo que eso ha impresiona­do a todos” en la familia real, dijo Shrabani Basu, un historiado­r.

Desfile de famosos. Enrique de Inglaterra vistió el uniforme de gala militar de su regimiento de caballería, el Blues and Royals, y llegó a pie a la iglesia acompañado de su hermano Guillermo, su padrino de boda. Elton John, la presentado­ra de televisión Oprah Winfrey, los actores George Clooney e Idriss Elba, el exfutbolis­ta David Beckham, la tenista Serena Williams o las exnovias de Enrique Chelsy Davy y Cressida Bonas, estaban entre los 600 invitados a este templo, tumba de reyes y escenario este sábado de su decimosext­a boda real desde 1863. Entre los hombres predominab­a el chaqué oscuro, combinado con chaleco brillante y corbata; ellas lucían coloridos vestidos y espectacul­ares sombreros. El mismo día de la boda, Isabel II nombró a Enrique duque de Sussex, conde de Dumbarton y barón de Kilkeel, respectiva­mente, un titulo nobiliario inglés, otro escocés yelt ercer onor irlandés, como manda la tradición.

Impulso a la imagen británica.

En las calles de todo el país se organizaro­n fiestas vecinales, al amparo del buen tiempo, y el día acabó bien regado por la muy graciosa concesión de permitir que los pubs cierren más tarde de lo habitual. Atrás quedaron los tiempos en que una divorciada estadounid­ense -Wallis Simpson, cuya boda con Eduardo VIII le obligó a abdicar en 1936 después de un breve reinado de 11 meses- podía hacer temblar los cimientos de una institució­n que ha presidido la vida del país desde la noche de los tiempos, con una breve interrupci­ón en el siglo XVII. Markle es la primera mulata de la familia real que se recuerda, acercando más que nunca el palacio de Buckingham a los barrios jamaicanos de Londres, donde el enlace también se siguió con interés. Seis millones de tuits fueron publicados por los internauta­s del mundo, en comparació­n con los 1,7 millones que suscitó la boda del hermano mayor, Guillermo, y Catalina Middleton en 2011. Desapareci­do el Imperio, con el Brexit en el horizonte, y un gobierno británico que suscita pocas simpatías en el mundo, Isabel II y su clan están ahí para que el país mantenga la frente alta, como demostraro­n las miles de personas de todo el mundo, y en particular de las antiguas colonias, que viajaron hasta Windsor y cuyas banderas se mezclaron con las Union Jacks.

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Radiantes y enamorados lucieron Harry y Meghan.
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UN MOMENTO DE INTIMIDAD
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CON UN BESO SELLAN SU AMOR
 ??  ?? VISTA EN EL MUNDO. Seis millones de tuits fueron publicados por los internauta­s del mundo sobre la boda de Harry y Meghan, en comparació­n con los 1,7 millones que suscitó la boda del príncipe Guillermo y Catalina Middleton en 2011.
VISTA EN EL MUNDO. Seis millones de tuits fueron publicados por los internauta­s del mundo sobre la boda de Harry y Meghan, en comparació­n con los 1,7 millones que suscitó la boda del príncipe Guillermo y Catalina Middleton en 2011.

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