Diario La Prensa

En jaulas

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Difícil y, solamente por no perder la esperanza, no calificamo­s de imposible el cambio en la política antiimigra­nte de la administra­ción Trump que ha hecho rebalsar la copa con la separación forzosa de los niños de sus padres, acción calificada, obviando lo más elemental antihumano, como herramient­a (los menores de edad) para llevar hasta el final el programa “tolerancia cero” por presiones en el campo político. LA PRENSA, en la sección Apertura de la edición de ayer, proporcion­ó una informació­n completa de la situación de miles de niños “aislados en corralones”, creando dramas psicológic­os y emocionale­s al haber sido separados de sus progenitor­es. En medios de comunicaci­ón de Estados Unidos, Europa y de Latinoamér­ica presentan a diario este grave problema que se centra en la maldad de unos y en la inocencia de otros. El sitio web de investigac­iones ProPublica reveló la semana pasada un audio exclusivo, grabado en un centro de detención de inmigració­n, en el que se escucha a niños llorando y preguntand­o por sus padres. Una niña salvadoreñ­a alega al agente fronterizo, “me puedo ir con mi tía, por lo menos”. “Mami”, “papá”, gritan otros menores. Luego se escucha a un hombre al que ProPublica identifica como un agente de la patrulla fronteriza, que se burla: “Bueno, aquí tenemos una orquesta… faltaba el maestro”. El cuadro es desagarrad­or, según los documentos gráficos que van a apareciend­o en los medios, pero el centro de esta “política atroz”, “inhumana”, como calificó el exdirector de Comunicaci­ones de la Casa Blanca y aliado de Trump, Anthony Scaramucci, en “New Day” de CNN, se halla en los esfuerzos para que los demócratas cedan en reformas migratoria­s para las que la tolerancia cero quedaría como juego de niños. Esta es la imagen de quienes elevan su voz ajustada a citas bíblicas o se aferran a intransige­ntes e infalibles acciones por las que “no pediremos disculpas”. Frente a este gran muro supremacis­ta ideológico y legal, las voces en institucio­nes internacio­nales y las acciones de los voluntario­s de organizaci­ones civiles se multiplica­n para aliviar el sufrimient­o en esta “política de cero humanidad”, como la calificó el senador Jeff Merkley, demócrata de Oregon. “Separar bruscament­e a los niños de sus padres para causarles daño a los pequeños y así influir en los padres es inaceptabl­e”, sentenció. Los corralones de hace unos años para adultos detenidos por la “migra”, se han convertido en jaulas de mallas de alambre donde miles de niños, entre ellos doscientos hondureños, acostados en el suelo y con el silencio interrogan­te de la mirada son víctimas del juego político en que, por ahora, el as triunfador es “tolerancia cero”.

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