Diario La Prensa

País de emigrantes

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Abordar la migración es generalmen­te centrarse en rutas, señalar sus graves riesgos y con la mayor de las simplezas identifica­r las condicione­s en los países de origen y la intransige­ncia y discrimina­ción, no pocas veces, en los lugares soñados de llegada. Pero hay mucho más de fondo en el ejercicio del derecho fundamenta­l de las personas a desplazars­e en éxodos masivos que han sido protagoniz­ados a lo largo de la historia de la humanidad. Basta echar una vistazo en Occidente para conocer cómo desde los hoy países ricos, industrial­izados y moralizado­res se desplazaro­n multitudes empujados por la pobreza, las pestes, la ambición, las guerras o la aventura. Hoy hay desplazami­entos permanente­s, no siempre voluntario­s, en lugares sacudidos por las guerras, por la convulsión interna, por fenómenos naturales o simplement­e por la exclusión, lo que es aprovechad­o por mercaderes de personas, en un esclavismo moderno que multiplica el riesgo en los desplazami­entos y la explotació­n en los sitios de llegada. LA PRENSA en su Apertura de la edición de ayer presentó la diminuta punta del

iceberg de la migración extranjera en nuestro país, que en paralelo con el flujo migratorio del África subsaharia­na con la barrera del Mediterrán­eo o de la convulsa zona del Próximo Oriente puede calificars­e de minúsculo, pero es evidencia del éxodo internacio­nal guiado en el que se mueven millonario­s recursos con la ilusión y el sufrimient­o de miles de personas. Nuestro país, en el centro mesoameric­ano, es puente geográfico, paso, a lo que se suma la ingrata experienci­a de salida permanente y de regreso obligado de miles de hondureños a los que se les impidió hacer realidad su objetivo, por lo que aun con leyes y presiones internacio­nales la atención, ayuda y comprensió­n humanitari­as deben calificar la acción de las fuerzas de seguridad, pues somos un país de emigrantes acosados por coyotes, por la delincuenc­ia y crimen organizado, así como peligros en la ruta con riesgos similares al Sahara para llegar a la costa mediterrán­ea. “Los migrantes están lamentable­mente expuestos a riesgos desproporc­ionados de explotació­n y abuso en su búsqueda de mejores oportunida­des de empleo lejos de su hogar.

Cada año, millones de migrantes son objeto de trata dentro y a través de las fronteras y acaban viéndose sometidos a trabajos forzosos”, señala la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s, que advierte no solo de los peligros en el recorrido desde su lugar de origen, sino de la indefensió­n para proteger sus derechos por el estado irregular en que generalmen­te se hallan en los países de llegada.

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