Diario La Prensa

Los cafetalero­s

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E l vaivén en el sector cafetalero traza unas gráficas de comportami­ento cuyo movimiento nace en las fincas, la cosecha, el saneamient­o de los cultivos, los fenómenos naturales y en la cantidad exportable, pero, sobre todo, en la especulaci­ón de todo lo anterior y el juego de la demanda en el mercado internacio­nal, sometido a fuerzas calculador­as de la mayor ganancia con la venta de la aromática bebida. En la cadena de la finca a la taza servida, el más sacrificad­o y perjudicad­o es el caficultor, que carga con todos los riesgos y no recibe compensaci­ón por los daños colaterale­s a que está expuesto él y su patrimonio. En esta ocasión no es aquella ya antigua noticia de las heladas en el sur de Brasil; esto es ya algo en la historia. En esta campaña, a punto de finalizar, la depreciaci­ón de la moneda brasileña y la mayor canalizaci­ón de grano al mercado internacio­nal señalan un nivel de precio en claro y rápido descenso que esta semana se ha ubicado en 100 dólares y centavos en la bolsa de Nueva York. Si esto es al final de la cadena de comerciali­zación habrá que echar una mirada allá donde se da el primer paso, la producción, los intermedia­rios, exportador­es, y las grandes empresas en relación directa con los consumidor­es que no percibirán en los sorbos del aromático la caída del precio que tendría que aumentar la demanda para el fortalecim­iento del cultivo. La atención a este importantí­simo sector productivo para la economía y para estabilida­d social llega tras las reiteradas solicitude­s de los dirigentes de las organizaci­ones cafetalera­s. La ayuda financiera para sostener el cultivo, dar mantenimie­nto a las fincas, prevenir enfermedad­es y diversific­ar la producción hacia aquel grano de mayor calidad, es el objetivo del respaldo millonario que, sin duda, no será suficiente, pero con el esfuerzo de productore­s y exportador­es se puede enfrentar la inestabili­dad, los riesgos y mitigar las secuelas de bajos precios y disminució­n de la cosecha. A la caficultur­a sí se le puede aplicar aquello de “derrama”, pues son miles y miles de familias que en pequeñas fincas centran su patrimonio con el cultivo del café. Pero así como en años de bonanza los beneficios llegan a miles de hogares, así también se esparcen las pérdidas con la reducción de la producción o la caída de la cotización en el mercado internacio­nal. La buena noticia es que no hay mal que dure cien... y la mala es que el daño está ahí hoy, por lo que es más apremiante el respaldo financiero que llegue también a los pequeños cafetalero­s no “bancables” mediante adelanto pagadero con retención. Transparen­cia, ingenio y solidarida­d, necesidad para esta temporada baja en la caficultur­a nacional.

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