Río revuelto
Afortunadamente, en este país todos nos conocemos. Por eso sabemos qué mueve a algunos políticos a actuar de determinada forma y las razones que los llevan a respaldar acciones de terceros. No hace falta tener mayores alcances intelectuales ni ser un pequeño Maquiavelo para saber quién o quiénes están detrás de ciertos movimientos sociales y cuál es su inspiración o procedencia ideológica.
Desde antes de la salida del poder del expresidente Zelaya, que pretendió quedarse en el poder por más tiempo del que había sido electo, no obstante el rechazo de la mayoría de la población de su proyecto continuista, ya había en Honduras un grupo de hombres y mujeres que, influidos por la ideología marxista, buscaban que en Honduras se diera un proceso “revolucionario” de izquierda, semejante al que se había dado en otros países de la región. Cierto es que esos grupos nunca contaron con suficiente apoyo popular y nunca constituyeron una verdadera amenaza para nuestra democracia, por lo que solo han producido eventos aislados y de corta duración. Sin embargo, han logrado permear un pequeño sector del campesinado, un par de sindicatos y gremios profesionales y a un grupo muy reducido de estudiantes de los niveles medio y superior, que a pesar de ser pocos logran hacer ruido. Con la llegada de Chávez al poder en Venezuela estas mismas personas pensaron que tenían oportunidad de hacer del poder y recibieron asesoramiento y dinero para generar condiciones que generaran descontento social y tensiones entre los gobiernos y algunos sectores. El expresidente Zelaya, que entró liberal y salió chavista, fue uno de los hondureños que, junto con su círculo más íntimo, intentó crear inestabilidad desde el poder y, de vuelta a la llanura no se ha hecho aún a la idea de que su oportunidad histórica ya pasó y sus propuestas no cuentan con suficiente apoyo y están más que desfasadas. Pero, con el asunto de la reelección, que aceptó gustoso puesto que tuvo participación activa en el último proceso electoral, encontró otra excusa para continuar su labor desestabilizadora y ahora aprovecha cualquier situación para sembrar cizaña entre los hondureños con el fin de percibir alguna ganancia política y, posiblemente, de otro tipo. Así, ha manifestado apoyo a los transportistas en huelga, a los “estudiantes” lanza piedras, a los médicos insatisfechos o a los inconscientes “antipeaje”. Dicen que en río revuelto ganan los pescadores. Y así parece ser; siempre y cuando la ciudadanía caiga en su trampa y olvide el pasado inmediato de semejantes “redentores”. Pero, por suerte, aquí todos nos conocemos y sabemos qué es lo que buscan los eternos enemigos de la convivencia armónica y la paz social.