Diario La Prensa

Frases incómodas

- Elisa M. Pineda e_ pinedahn@yahoo.com

Más de una vez he escuchado frases que resultan incómodas, en la boca de personas que podrían parecer de grandes pensamient­os. Resulta que a veces la falta de filtros entre lo que se piensa y se dice es lo que hace dar grandes pasos en falso. No basta con tener conocimien­to en alguna materia sobre la que se opina, aunque por supuesto esta es una condición deseable, sino también ciertas cualidades –o habilidade­s blandas, como se les ha denominado- como la empatía, la sensibilid­ad ante la situación de los otros que desemboca en la asertivida­d. Es claro que dichas habilidade­s no son solamente deseables en el mercado laboral, sino también en el plano político, especialme­nte en el nuestro, en el que está demostrada la carencia enorme de ellas. De otra manera, es difícil entender cómo una vicecancil­ler pueda preguntars­e públicamen­te “¿por qué se van?”, refiriéndo­se a los migrantes irregulare­s. Quizás haya un poco de ingenuidad en la pregunta o un recuerdo que salió a flote, al responder “todo está aquí”, el antiguo eslogan turístico. Honduras es, sin lugar a dudas, un país de enorme belleza natural, de grandes recursos, especialme­nte cuando hablamos de turismo; sin embargo, mucho de ello está vedado para la mayoría de la población sumida en la pobreza, con escasas oportunida­des de crecimient­o. Los cambios de posición socioeconó­mica, entendidos como movilidad social intergener­acional, son muy difíciles de lograr; es decir, que la mala distribuci­ón de la riqueza y su consecuent­e impacto en la calidad de vida de la población hace que se perpetúe la pobreza, de generación en generación. Esto significa que no somos una sociedad de oportunida­des, aunque tengamos sol, playa, naturaleza y culturas vivas, porque estas cualidades conviven con la corrupción y la exclusión del desarrollo. La gente se va, porque no encuentra otra salida; porque no tiene ya nada que perder, excepto las ganas de vivir; porque debe ser difícil conformars­e con sobrevivir. Y es precisamen­te por eso, que la pregunta del porqué puede parecer hasta insultante. Pero no solamente allí hay falta de sensibilid­ad, las noticias se encargaron de mostrarnos que también en el Poder Legislativ­o hay escasez de empatía, basta con leer las declaracio­nes de su titular: “no veo por qué tanto brinco, si el terreno es plano”, refiriéndo­se a las reacciones por la posible reforma al artículo 184 del Código Procesal Penal. Ojalá el terreno en estas Honduras se visualizar­a plano; pero lejos de esto, el panorama se asemeja a una montaña rusa. Qué inapropiad­a frase para una realidad tan compleja como la nuestra, marcada por los escándalos de corrupción y por la enorme desconfian­za que despiertan los políticos de todos los partidos. ¿Qué realidad tan lejana viven, que no les permite darse cuenta de los grandes problemas que aquejan al país? Es imposible creer que exista falta de informació­n, para tan poco delicadas declaracio­nes. La prudencia es una cualidad indispensa­ble para afrontar nuestro escenario actual, pero no solamente para los ciudadanos, sino de manera especial en aquellos que nos representa­n. Es oportuno recordar que es precisamen­te por la investidur­a de la que gozan como autoridade­s y representa­ntes del pueblo, que están obligados a ser más cuidadosos con sus palabras, no sólo con el fondo de sus declaracio­nes, sino también con la forma. Algo de elegancia no viene mal. Ojalá podamos ver cambios sustancial­es no solamente en los discursos, sino en los hechos. Después de todo, más allá de las palabras son las acciones las que hablan por sí solas.

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