Diario La Prensa

Fortaleza de Honduras: producir y vender

NUESTRA ORFANDAD INTELECTUA­L NOS IMPIDE RECONOCER UNA VERDAD SIMPLE: EL GOBIERNO NO PRODUCE

- Juan Ramón Martínez ed18conejo@yahoo.com

Hay cosas que no cuadran. Durante muchos años, los historiado­res hondureñ os han sostenido que cuando leva bienal Gobierno, automática­mente, leibadelom­ejor ala nación ya su pueblo. Pasaron por encima de una considerac­ión básica: que el Gobierno tiene unanatural­ezatal–igualqueel capitalism­o que concentra los resultados– queseexpan­deyse auto justifica, incluso en contra de los intereses de su pueblo. Por ello es que apreciamos algunas cosas inevitable­s, pormásante­ojosde colores que nos pongamos en nuestrosoj­os. Tres son cosas notorias que producen el atraso actual. La primera de ellas es la predominan­cia del Gobierno, como jefe, conductor y distribuid­or, sin control alguno, de la riquezanac­ional. ElGobierno­que era pequeño en el siglo XI X– ya demas, coherente con el tamaño de la economía de entonces–ahora en el siglo X XI es desproporc­ionado, pesado e incómodo que aplastala iniciativa privada y consume, en una glotonería pan ta gr uéli ca, lo que el pueblo produce. Los partidos políticos, que no han tomado conciencia que el Gobierno es un obstáculo para el desarrollo, como lo observamos en la apropiació­n del presupuest­o para atender una burocracia insaciable y quesea uto justifica incluso, ir respetan do la inteligenc­ia de los ciudadanos, se han convertido más que en órgano pro positivo para facilitar el progreso, en agentes de empleo que, cada cuatroaños, inflanel presupuest­o al en chamba ra sus activistas. Nadie le da importanci­a al presupuest­o nacional, ni cuestiona su falta de orientació­n hacia el crecimient­o, usadomásbi­en, para impedir el desarrollo, frenando la iniciativa de las fuerzas creativas, llamadas a operar en un régimen de libertad económica. La segunda cuestión es la falta de interés–en un esfuerzo auto justificat­ivo de los gobernante­s–por el desarrollo de fuerzas económicas que, junto a los partidos políticos y las organizaci­ones de la sociedad civil, produzcanr­iqueza, crean empleo y generen excedentes productivo­s con los cuales competir con los mercados del exterior. Los pensadores nacionales no se han dado cuenta que la agricultur­a no nos permitirá desarrolla­rnos jamás. Y que la propuesta de Cepalenlos­60– enquedebía­mos sacrificar el campo, para darle oportunida­d ala industria urbana, acumular capital y crear empleo– fue un fracaso absoluto. El mundo ha experiment­ado cambios. Nosotros nos hemos quedado atrás, congelados en el tiempo. Mientras se habla de la tercera y cuarta revolucion­es, Honduras no ha podido ingresar ala industrial­ización siquiera. Su sistema económico prepara para la pobreza y la mendicidad. Yanadiesel­e ocurre siquiera vincularlo, como lo hicieron los pedagogos del pasado cuando el ciclo agrícola orientaba el calendario escolar. Ahora, los burócratas, desdeunmun­doque nocomprend­en, ponenunpar­che aquí yo tropo rallá, en forma irresponsa­ble e irrespetuo­sa. Y la tercera es que hemos dejado que sean los capital in os, incrustado­s en las casillas gubernamen­tales, quienes diseñen las políticas públicas, negánd ole sala sociedad civil ya la ciudadanía–que el sistema educativo destruye–el protagonis­mo para exigirles a los políticos ya los gobernante­s, en su calidad demandader­os, cuáles son las tareas que tienen que cumplir. Yen la orfandad intelectua­l en las que nos movemos nos negamos a reconocer verdades simples, como porejemplo, queelGobie­rnono produce, más bien administra­r malloquele­damos. Yquequiene­n realidad produce son las personas libres que, sin barreras más que la seguridad del bien común, usan su creativida­d para generar actividade­s productiva­s creadoras de riqueza, empleo y excedentes comerciale­s, conlosquéc­omprar bienes de capitales, con los cuales dejar atrás la agricultur­a y entrar en el espacio imaginativ­o de la industrial­ización. Sino enfrentamo­s con valentía estas cuestiones, no saldremos adelante. Nos seguiremos engañando, creyendo que el destino de Honduras está en el hecho que gobiernen, en vez de ca ch urec os, los liberales, como en el cercano pasado–antes dela traición de Manuel Z el a ya en contra de estos últimos–y ahora que hay que sacar a aquellos para abrir le el paso aNasr al la que no sabedeesta­scosas, nilaúltima palabra del credo de los cristianos.

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