Valor interno, precio externo
“Abre tus brazos al cambio, pero no dejes ir tus valores”: Dalai Lama. En una sociedad acelerada, efímera y fugaz donde los valores han cambiado, el auténtico valor de la persona no está solamente en sus habilidades, inteligencia y talentos, sino en la capacidad generosa de situarse en otros, la capacidad de eliminar el “yo” para dar lugar a la empatía de ayudar a otros indistintamente si es de nuestra misma raza, cultura o profesión de fe, destronar la egolatría y dar lugar a la capacidad de poder ayudar sin discrepar, y si no lo hacemos tampoco perjudiquemos a los que sí lo están haciendo. Es evidente que el respeto será pilar fundamental para buenas relaciones, pero hoy predomina la individualidad como “sagrada”, que vuelve a las personas dueñas de su manera de pensar, de interpretar el mundo, criticar y ridiculizar a las personas que representan autoridad. Los estudiantes no respetan a los maestros, es el hecho de haber perdido la autonomía de la conciencia humana. Cuando nos respetamos podremos respetar a los demás, esto es la verdadera dignidad: que cada hondureño valore su vida, su tierra, familia y sobre todo el temor de Dios. Nadie es perfecto y todos gastamos el tacón del zapato de un lado, pero, por favor, avancemos, caminemos y trabajemos, de modo que podamos heredar una mejor nación a nuestros hijos.“No es suficiente la moralidad y el respeto si no va acompañado de la responsabilidad”. El dolor es el maestro más grande en la vida. José pasó cuatro etapas en su vida, en la casa de Potifar, en la cárcel y primer ministro de Egipto, pero Dios nunca da autoridad sin responsabilidad, el valor de José se expresó cuando él dijo: “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo”. Génesis 50:20. Lo que Dios hizo por José lo podrá hacer por usted si usted lo quiere y lo cree.