“Alejandro César, usted no sabe nada”
Nicolas Rishmagwy, de origen palestino –según confesión propia-- se ha dirigido a su paisano, Salvador Nasralla para decirle, de un solo pencazo, muchas verdades. Y con autoridad que otros no tenemos. Y los que lo hemos intentado, por la soberbia y autocalificación del narrador con ánimos presidenciales, no nos ha escuchado siquiera. “Paisano”, por lo menos en mi tiempo de residencia en la costa norte, era una forma de tratamiento entre los inmigrantes, nacionales o extranjeros, establecidos allí, y que habían llegado atraídos por las exigencias de mano de obra, u oportunidades de comercio creadas por el auge de la industria bananera. Lo escuché mucho entre los palestinos, los olanchanos y los salvadoreños. Era una forma de confianza, que aseguraba fraternidad y defensa frente a la hostilidad de otros grupos. Rishmagwy, de entrada, anclado en esa confianza, le dice a Nasralla que, “estamos cansados de oír sus estupideces. Si un día quiere ser presidente de Honduras, póngase serio”. Extraordinario arranque, para a renglón seguido decirle, con brutalidad, que la popularidad no da expertise “en el ámbito de la administración pública o estrategias del país porque de eso, Alejandro César, usted no sabe absolutamente nada”. Mas claro no canta un gallo. Y para que no quede duda, le dice que para dirigir la nación, es un total ignorante. “Cosa mas grande”, diría Tres Patines. Pero su paisano no le da a Nasralla solo juicios para que se baje de la nube en donde lo tiene colgado un ego desmesurado que lo lleva al ridículo que descalificarnos a todos, incluidos por supuesto a sus “paisanos”, le brinda un análisis de estrategia política impecable. Le dice que, “aunque en el pasado haya tenido el apoyo de un segmento de la sociedad que le echa la culpa al Gobierno de todo”, ese tiempo se terminó. Y que, es un error, manipular al pueblo para enfrentar a un gobierno que “ha mejorado la seguridad y la economía del país, solo ambiciones personales, es un egoísmo, ansias de poder y narcisismo puro. ¿O cree usted Alejandro César, que nadie se percata de ello?” Y para que no se le vaya a la esquina neutral, Rishmagwy lo persigue para darle el golpe final, gritándole a la cara que, “hasta los mareros saben que usted no se interesa en las clases desposeídas; el día que diga una palabra contra ellos, van hacer fiesta enfrente de su casa … o dentro de ella”. Y como ya lo tiene rumbo al suelo, le grita al oído: “Rogamos al altísimo para que esto nunca suceda”. Una vez que Nasralla da con el cuerpo enflaquecido y arrugado sobre la lona y queda ridículamente tirado, le grita, en el animo para que despierte, recordándole algunas torpes expresiones suyas: “Incendiemos el país; pero si un periodista se atreve atacarme hasta con el pétalo de una rosa... Policía!!!, Policía!!!... Qué fragilidad. Esto, Alejandro César, es otra muestra de una falta total de carácter y evidencia de una cobardía que tendría que enfrentar el país entero en condiciones adversas”. De soslayo –cosa que no sabía y que me sorprende favorablemente, cosa que ocurre cuando aprendo cosas nuevas– le dice, entre paréntesis, como para que quede entre paisanos (“No te vayas a creer superior, libanés superior; para decir que los palestinos somos basura, eso sería peor y creo que me estoy calentando”). Y para finalizar como corresponde: una patada en el trasero: “Mi mensaje es este, paisano… Tu capacidad para gobernar este país, comparado con tus enormes éxitos en X—O o 5 Deportivo se reduce a la ínfima potencia de... nada. Cero a la izquierda”. No dudo que esto último, metafórico y parabólico, pese a las limitaciones de Nasralla, lo ha entendido muy bien el que se cree salvador de Honduras. Y para finalizar, Rishmagwy le dice que se “ha vuelto mañoso”, “remedo de populista”, “sin principios ni valores: un oportunista que cosecha del analfabetismo y el oscurantismo producto de quinquenios de olvido”. Concluyendo con la más completa azotaina recibida por Nasralla. Con autoridad de quien lo conoce, desde donde más lo han querido hasta hace poco.
“Paisano”, tratamiento entre inmigrantes, nacionalesy extranjeros establecidosen lacostanorte