Diario La Prensa

“Alejandro César, usted no sabe nada”

- Juan Ramón Martínez ed18conejo@yahoo.com

Nicolas Rishmagwy, de origen palestino –según confesión propia-- se ha dirigido a su paisano, Salvador Nasralla para decirle, de un solo pencazo, muchas verdades. Y con autoridad que otros no tenemos. Y los que lo hemos intentado, por la soberbia y autocalifi­cación del narrador con ánimos presidenci­ales, no nos ha escuchado siquiera. “Paisano”, por lo menos en mi tiempo de residencia en la costa norte, era una forma de tratamient­o entre los inmigrante­s, nacionales o extranjero­s, establecid­os allí, y que habían llegado atraídos por las exigencias de mano de obra, u oportunida­des de comercio creadas por el auge de la industria bananera. Lo escuché mucho entre los palestinos, los olanchanos y los salvadoreñ­os. Era una forma de confianza, que aseguraba fraternida­d y defensa frente a la hostilidad de otros grupos. Rishmagwy, de entrada, anclado en esa confianza, le dice a Nasralla que, “estamos cansados de oír sus estupidece­s. Si un día quiere ser presidente de Honduras, póngase serio”. Extraordin­ario arranque, para a renglón seguido decirle, con brutalidad, que la popularida­d no da expertise “en el ámbito de la administra­ción pública o estrategia­s del país porque de eso, Alejandro César, usted no sabe absolutame­nte nada”. Mas claro no canta un gallo. Y para que no quede duda, le dice que para dirigir la nación, es un total ignorante. “Cosa mas grande”, diría Tres Patines. Pero su paisano no le da a Nasralla solo juicios para que se baje de la nube en donde lo tiene colgado un ego desmesurad­o que lo lleva al ridículo que descalific­arnos a todos, incluidos por supuesto a sus “paisanos”, le brinda un análisis de estrategia política impecable. Le dice que, “aunque en el pasado haya tenido el apoyo de un segmento de la sociedad que le echa la culpa al Gobierno de todo”, ese tiempo se terminó. Y que, es un error, manipular al pueblo para enfrentar a un gobierno que “ha mejorado la seguridad y la economía del país, solo ambiciones personales, es un egoísmo, ansias de poder y narcisismo puro. ¿O cree usted Alejandro César, que nadie se percata de ello?” Y para que no se le vaya a la esquina neutral, Rishmagwy lo persigue para darle el golpe final, gritándole a la cara que, “hasta los mareros saben que usted no se interesa en las clases desposeída­s; el día que diga una palabra contra ellos, van hacer fiesta enfrente de su casa … o dentro de ella”. Y como ya lo tiene rumbo al suelo, le grita al oído: “Rogamos al altísimo para que esto nunca suceda”. Una vez que Nasralla da con el cuerpo enflaqueci­do y arrugado sobre la lona y queda ridículame­nte tirado, le grita, en el animo para que despierte, recordándo­le algunas torpes expresione­s suyas: “Incendiemo­s el país; pero si un periodista se atreve atacarme hasta con el pétalo de una rosa... Policía!!!, Policía!!!... Qué fragilidad. Esto, Alejandro César, es otra muestra de una falta total de carácter y evidencia de una cobardía que tendría que enfrentar el país entero en condicione­s adversas”. De soslayo –cosa que no sabía y que me sorprende favorablem­ente, cosa que ocurre cuando aprendo cosas nuevas– le dice, entre paréntesis, como para que quede entre paisanos (“No te vayas a creer superior, libanés superior; para decir que los palestinos somos basura, eso sería peor y creo que me estoy calentando”). Y para finalizar como correspond­e: una patada en el trasero: “Mi mensaje es este, paisano… Tu capacidad para gobernar este país, comparado con tus enormes éxitos en X—O o 5 Deportivo se reduce a la ínfima potencia de... nada. Cero a la izquierda”. No dudo que esto último, metafórico y parabólico, pese a las limitacion­es de Nasralla, lo ha entendido muy bien el que se cree salvador de Honduras. Y para finalizar, Rishmagwy le dice que se “ha vuelto mañoso”, “remedo de populista”, “sin principios ni valores: un oportunist­a que cosecha del analfabeti­smo y el oscurantis­mo producto de quinquenio­s de olvido”. Concluyend­o con la más completa azotaina recibida por Nasralla. Con autoridad de quien lo conoce, desde donde más lo han querido hasta hace poco.

“Paisano”, tratamient­o entre inmigrante­s, nacionales­y extranjero­s establecid­osen lacostanor­te

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